domingo, 11 de noviembre de 2012

Self-sacrifice is never enough

Todo es tan simple como el fin del mundo.
Una suave sintonía de piano, y todo empieza. Las cosas van rotando, armoniosamente, hasta que acaban en su sitio. Se acelera el ritmo, la respiración, los latidos. Y ya es imparable. 
Eras la única para mi, todo lo que necesitaba, más allá de mi mera existencia. Podría haber desaparecido por ti. Me pones enfermo. Te adoro. Es todo una locura, una canción compleja, una melodía musicalmente absurda, inexistente, imposible. Las frases unidas carecen de sentido, la armonía se tuerce. 
Se simplifica. 
Es el puente. Ojalá hubiera dejado de existir por ti. Hubiera sido mucho mas simple.
Y, tan rápido como una ráfaga de viento directo a través de tus venas, todo vuelve a girar. Es diferente, pero a la vez es lo mismo. Nada tiene sentido. No sé si lo tuvo en algún momento. Haces que quiera explotar. Pero los sacrificios no te valen.
Siempre fui poco Satanás para que me amaras.
Pero aún puedo destruir el mundo por ti.