domingo, 30 de diciembre de 2012

w.a.w.d.


Me dice que espera que me muera y ahora no puedo dejar de pensar en llevármela a la cama otra vez. Luego empieza a hablar mucho, como si fuera a desaparecer si se callara. No entiendo nada de lo que está diciendo, pero asiento igualemente.
Siento una necesidad repentina de decir algo para demostrar que no soy completamente idiota. Pero ella se me adelanta. Me dice que soy un completo idiota. Intento besarla, y no se aparta. Nos fundimos en un beso frío, sin manos, muy inapetente. De esos que te dejan la misma sensación que lamer un cenicero. No quita el mono, sólo te jode el sabor.
Baja la vista. La imito. Le digo cinco o seis palabras que no hablan de nosotros. No le gustan. Debí haberlas elegido mejor. Pensé que estas historias nunca acaban sin una buena explosión. 
Me levanto, sin decir nada más. Me pregunta que si me voy. Gasolina y un mechero, una bonita cortina de fuego para que se vaya a la mierda. 

Y así es cómo acabo siendo un espectro.
Nunca he sabido cómo hablar con una chica triste sin parecer un capullo.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Self-sacrifice is never enough

Todo es tan simple como el fin del mundo.
Una suave sintonía de piano, y todo empieza. Las cosas van rotando, armoniosamente, hasta que acaban en su sitio. Se acelera el ritmo, la respiración, los latidos. Y ya es imparable. 
Eras la única para mi, todo lo que necesitaba, más allá de mi mera existencia. Podría haber desaparecido por ti. Me pones enfermo. Te adoro. Es todo una locura, una canción compleja, una melodía musicalmente absurda, inexistente, imposible. Las frases unidas carecen de sentido, la armonía se tuerce. 
Se simplifica. 
Es el puente. Ojalá hubiera dejado de existir por ti. Hubiera sido mucho mas simple.
Y, tan rápido como una ráfaga de viento directo a través de tus venas, todo vuelve a girar. Es diferente, pero a la vez es lo mismo. Nada tiene sentido. No sé si lo tuvo en algún momento. Haces que quiera explotar. Pero los sacrificios no te valen.
Siempre fui poco Satanás para que me amaras.
Pero aún puedo destruir el mundo por ti.

viernes, 31 de agosto de 2012

Once upon a lifetime

Ciego, por la luz de la luna. Así lo recuerdo todo. Ahí estabas tu, con tu pelo, con tu piel, con tu manera de andar y de hablar al mismo tiempo que hacía rendirse a cualquiera.
Alguien viejo, alguien azul. Estaban por allí ambos. Aunque no recuerdo si era una sola persona azul y vieja, como papá pitufo. Recuerdo muy pocas cosas. Fue hace por lo menos toda la vida. Aunque ya sabes que siempre fui un exagerado. Yo necesitaba acción, él me la dio. Golpes bajos y cortes en el cuello. Eso sí que lo recuerdo como si fuera ayer. Y luego, recuerdo necesitar a alguien nuevo.
Pero todo esto no tiene ningún sentido.
Ahí estabas tu, con tu pelo, con tu piel, con tu manera de andar y de hablar al mismo tiempo que hacia rendirse a cualquiera. Que me hacía rendirme.

jueves, 30 de agosto de 2012

The blue.


Humo en el agua, en el agua estancada del asfalto de la ciudad. La gente bosteza, se levanta para ir a trabajar. El cielo está de un color indescriptible. La gente hace horas que se ha aburrido. Y tu, tu estás en la gloria. 
Te pica la espalda, la sensación de que todo se ha vuelto a acabar y ha vuelto a renacer como cada mañana. Hacerlo rápido, sucio, sangriento y lleno de mentiras, como en los viejos tiempos. La visceralidad de follar ensangrentados. El superhéroe que matamos. Te olvidas de lo que ha pasado, de lo que has perdido. Estás en lo más alto.
El oro que fuimos, cuando te odié y te amé desesperadamente, la vida que no vivimos porque nos acojonaba. En el fondo, era así. Y despertarte un mediodía cualquiera, y, sin mirarte al espejo salir a comer con la misma ropa de ayer.
Y ahora, el sabor a alcohol y putas de la boca no sale ni con más alcohol y putas. Y no te explicas por qué, gilipollas.

jueves, 2 de agosto de 2012

Dance all nite

Y entonces, cuando ya te habías cargado toda la recua de subnormales que tenías bailando por mera diversión, siguiendo el compás con la cabeza por puro aburrimiento desde tu pedestal, (cosa muy respetable, por otra parte) aparecí yo y te jodí la vida. Y empezó una cosa extraña, que nunca antes había existido en tu universo, y hasta parecía que las estrellas se movían a otro ritmo.
Hasta que llegó un momento en el que te dio por mirarlo todo con perspectiva, y te encontraste en un lugar que te resultaba familiar. De repente se te crisparon los dedos. Allí estabas tu, bailando para un subnormal sentado en un pedestal siguiendo el compás con la cabeza, por puro aburrimiento.
No era por mera diversión, lo juro. No era lo mismo.
Pero bueno, todo el mundo sabe matarse.

domingo, 13 de mayo de 2012

the teenage queen

Bailar como gilipollas, gritar a los árboles, y todas esas cosas de cama que ahora mismo no me apetece recordar. Todas las cosas que jodimos y todas las cosas que creíamos que estábamos arreglando. Ya no es que nada funcionase, es que ninguno de los dos quería otra cosa que no fuese la relación más disfuncional de la galaxia. Y así fue, hasta el final. No me lo cogiste, y yo pasé de insistir. Así se acaba el amor. Así acabé rezándole a la diosa del suicidio, a ver si me contaba por qué después de perderte me encontré con más ganas de vivir que antes.

Al final, parece que todo es cuestión de tiempo. Hasta que suena Read my mind.

martes, 10 de abril de 2012

D is for DESTROYA

Entonces llegó la fría luz de la mañana, y me sorprendió con las manos ensangrentadas y con la sensación de que había hecho algo aún peor de lo que me atrevía a comprender. En un principio si que había catalogado el asunto como algo horrible. Ahora me preocupaba más que iba hecho una mierda. Curiosamente, no había caído en la cuenta de que llevaba tanta sangre encima que parecía un charcutero, y una cosa es ser un asesino y otra es ir pregonándolo a los cuatro vientos. Como ser testigo de Jehová. A nadie le interesa.

viernes, 16 de marzo de 2012

Final Round. Other.


Vivimos un año profundamente enamorados del sexo y la violencia que estábamos generando, que llegó a ser nosotros. Nos olvidamos de eso y empezamos a mirarnos, mas allá de todo, sin pensar en nada, hasta que la vida empezó a inmiscuirse en nuestro mundo.
Y entonces se sucedieron los crímenes, los intentos de asesinato, y toda esa marea de sentimientos. No es que los odie, es que prefiero los buenos. Pero volvimos a 1939 una y otra vez.
Te di quince días antes de que quisieras matarme. Has aguantado bastante más, pero al final siempre es lo mismo.

martes, 13 de marzo de 2012

Second Round. Violence.


Después de todo, me desperté con el labio sangrando. Mordiscos. Navajazos. Lo que sea. Cerré los ojos y me quedé con la mente en blanco, escuchando voces que me juzgaban. No se que clase de mierda era esa. 
Estaba atado, por lo que fuera, pero atado a una cama sin poder moverme, de pies y manos, de lengua, de todo. Veía luces ficticias dentro de mis ojos, moviéndose rápidamente, persiguiéndose unas a otras. Y escuchaba ruido, mucho ruido, golpes secos, sierras, la guitarra de Uno, estampidas. Y me dolía el cuerpo, como si hubiera estado bailando con un puma.
Y cuando por fin salí, seguías allí, con sangre en los dientes y esperándome con una sonrisa.

domingo, 11 de marzo de 2012

First Round. Sex


Ahogarnos en humo y no dormir se convirtieron en nuestras principales aficiones. Mordernos, arañarnos, pasar el invierno hibernando de la manera más tórrida posible, escondernos del mundo. 
Pero nadie se esconde sin que alguien le busque. Ese fue el primer fallo.
Lluvia, alcohol, arrepentimiento de mentira y ganas de comernos la boca y el alma, de agotarnos en tantos sentidos como fuéramos capaces, de reventar el aire con miradas cruzadas, fuego cruzado, daños colaterales, balas perdidas, fuego amigo, despedidas cargadas de sexo y polvos cargados de amor, pólvora, sangre, y todo lo demás.
Siempre tuve miedo de que me rompieras el corazón, pero al final resulta que eso es biológicamente imposible.

miércoles, 22 de febrero de 2012

In my older days

Si pudiera saber en qué momento me voy a morir, tengo bastante claro lo que haré.
Probablemente estaré sentado en un banco, haciendo cualquier estupidez sin importancia. Mirando el tendido, twitteando, leyendo el periódico... lo que sea. Fumando, casi seguro. Porque no tiene sentido cuidarse si sabes cuando te vas a morir.
Pensaré en lo que he hecho a lo largo de la vida, los últimos veinte, treinta, sesenta años. No sé cuanta memoria me quedará ni cuánto tendré que recordar. Pero ya sé de un par de cosas en las que pensaré. En ti no. Todavía no.
Daré un paseo por mis rincones favoritos de la ciudad. Sin prisa, no tengo nada que hacer. Cruzaré lento los pasos de cebra para desesperar a algún conductor que vaya a vivir mucho tiempo más. Escucharé diez veces Wish you were here, Perfect day, y un par de canciones más tan antiguas que ya nadie más recordará.
Y luego volveré a casa, a soñar con los besos que nos hicieron famosos.

viernes, 10 de febrero de 2012

Overloaded


Porque, al fin y al cabo, salir contigo es tan seguro como sangrar por la nariz rodeado de vampiros y tan arriesgado como jugar al póker apostando con garbanzos. Acabar tan heridos y tan cosidos como una muñeca de trapo hecha con restos de piel y costras, con botones cosidos como ojos, tan inexpresivos como el vacío absoluto. 
Recordarlo es como meter la mano en un baúl de cuchillos. Y yo, que soy un capullo, prefiero sumergir la cabeza. Y, al quitarme las vendas, acariciar las heridas con guantes de boxeo y verter vodka para que cicatricen de la manera más dolorosa posible. Y luego, si eso, abrirlas de nuevo. 
Podríamos pasar mil veranos congelando sentimientos, dejando que el tiempo, el frío y la criogenia hagan el resto, pero aún así seguiría todo como en el punto de partida. La lluvia, el calor de diciembre, todo tan real como hace años, y el resto tan difuso que parece que ocurrió en un mes de veinte días. Porque yo recuerdo mis recuerdos como a mi me da la gana.
Porque mis cicatrices son exactamente lo que yo quiero que sean. 

sábado, 4 de febrero de 2012

In a love frame

La llevé a mi rincón favorito de la ciudad, apagada y nocturna. Allí la besé, sin prisa, suavemente bajo la luz amarilla de una lámpara de mesilla de noche. Después me retiré poco a poco, como si fuera a cámara lenta, mirando directamente sus ojos y haciendo ver que veía incluso más allá de lo posible, sonriendo como un capullo. Ella me sonreía, como si estuviera de verdad enamorada y no acabáramos de conocernos, como si yo fuera algo más que un Casanova de garrafón y ella una princesa de bar de copas. Como si fuéramos alguien. Prolongué la mirada hasta que el silencio alcanzó ese punto en el que pasa de ser bonito y romántico a incómodo. Después, mientras alargaba la mano hacia el interruptor le dije, susurrando:
- Espero que no te importe, pero voy a apagar la luz.
- ¿Para qué?- Preguntó sonriendo tímidamente, como si de verdad quisiera preguntarlo.
- Quiero ver si brillas en la oscuridad.
Nos quedamos en la penumbra, sintiendo nuestras siluetas lo suficientemente cerca como para arder.
- ¿Qué? -Preguntó otra vez con voz acaremelada.- ¿Brillo?
Ella no lo vio, pero volví a sonreír como un capullo, y antes de abalanzarme sobre ella contesté:
- No.
Debería de tener un doctorado en cargarme momentos románticos.

domingo, 29 de enero de 2012

Symphony of dead poetry

Tan cruel, rápido e implacable como un disparo en la cabeza.
Miles de luces brillando a mi alrededor, cegándome, como si el puto universo estuviera implosionando, como si hubiera metido la cabeza en un tarro lleno de luciérnagas. Sonidos que sería incapaz de describir sobrio, más fuerte que una explosión nuclear y más relajante que el sonido de un violín. Vibrante, jodidamente increíble. No puedo más. No, no, no es un violín, es una orquesta, un montón de sensaciones al unísono que hacen que mi cerebro colapse, tiemble, se estremezca. El resto del cuerpo tiene poco más que decir, porque con ese barullo melódico de diez mil cosas en la cabeza es imposible ser consciente de nada más. Al menos, yo no puedo.
Estoy maravillado, a pesar de hacer esfuerzos sobrehumanos para ignorar el dolor. Inspira, espira, tensa relaja... Ni para eso hay tiempo, feroz como un tigre a cámara lenta, pero tan rápido que ni siquiera alcanzo a comprender lo que está pasando. Pero es exactamente lo que parece.
Un disparo en la cabeza.

viernes, 27 de enero de 2012

right nowhere


Algo me destrozó los huesos anoche. Me quedé hecho mierda en el sofá, sintiendo el contacto con mi piel como si estuviera hecho de ceniza. Tuve un sueño tan real como un puñetazo en la boca del estómago, como un disparo en el páncreas. Estuve quieto toda la noche, con la cabeza dando vueltas más allá de los confines del espacio-tiempo y los pies anclados al parquet como si los tuviese fundidos. Pasó un día, dos, una semana, un mes, quince años, veinte, cuarenta... y cuando me quise dar cuenta habían pasado quince minutos y mi cerveza estaba derramada por todo el suelo. Algo me hizo perder la noción del tiempo.
Algo me mató, a plena luz del día, en mitad de la plaza. Me acuchilló los pulmones y no pude hacer nada más que cederle el sitio a mi derecha. Algo tan muerto como la vida misma, tan gris como un patio de un colegio de los años 90,

Algo tan jodido como un beso en la frente.

miércoles, 25 de enero de 2012

Gold in chains

Creo que he visto algo diabólico en tu mirada. Algo extraño, algo que quemaba como una puta supernova, como meter la mano en la sartén. Algo que, al verlo, me ha destrozado el iris, la retina el nervio óptico, el cerebro, el alma, el corazón. Algo más aterrador que la noche, más que la oscuridad, más que las llamas del infierno. Si, eso es. Las llamas del infierno en tu mirada.
Tengo esa certeza, lo tengo claro. Lo he visto. Puede que el bourbon me lo haya enseñado, pero sé lo que he visto. Podría contárselo a todo el mundo, pero nadie lo creería.
He visto un mundo en tus ojos, ardiente, apasionado. Ha sido como un paseo por el sótano de tu subconsciente, de lo más profundo de ti. Observar sin pudor todas esas sombras que se agazapan en lo profundo de ti y se esconden durante todo el día, para que nunca las veas. Creo que ni tu eres consciente de lo que he visto ahí dentro.
El Hades.
Y me encanta.

viernes, 20 de enero de 2012

Unable to fear

Todo está planeado, perfectamente planeado. Nada puede salir mal. Sonrío con un aire de maldad que queda más teatral que maquiavélico. ¿Qué le voy a hacer? Soy un romántico del homicidio.
Cae la noche, empujo la puerta del portal. Quince escalones que subo lo más silenciosamente que puedo mientras la luna alumbra tenuemente mi cara, salpicada de muecas de impaciencia. Pero así se hacen las cosas: Lento, pausado, constante. Es la espera, la mejor parte. Narrar mentalmente lo que va a pasar, porque todo está bajo tu control. Te sientes como el amo, el maestro, un dios demonizado. Me asomo a la puerta. Como cada día, ella estará a punto de llegar. Me escondo tras la columna, acariciando el yeso con una parsimonia casi poética. Saboreo la espera.
Y ella aparece, subiendo cansada las escaleras. Un día duro en el trabajo, imagino. Esta sorpresa hará que no le haya parecido tan malo como cualquier otro día de su vida. Abre la puerta. Salgo de mi escondite. Me mira y me saluda. Que amable. Entra en su casa. Meto el pie antes de que la puerta se cierre. Me vuelve a mirar, ahora con los ojos muy abiertos. Le sonrío.
La empujo, alejándola de la entrada. Me llevo un dedo a los labios, sin perder la sonrisa. Ella me mira aterrorizada con el pelo por delante de la cara, pero me hace caso, no emite ningún sonido. Creo que esta es la escena más bonita del universo. Le tapo la boca con una mano mientras saco el cuchillo. "Shhhhhh"
Se le escapa un quejido mientras la sangre me salpica. No hace falta hacer algo excesivamente sangriento, no hacen falta más golpes. Presiono más, mientras la vida huye de su mirada, la luz de sus ojos se apaga, dejando paso a un vacío negruzco precioso. La dejo suavemente en el suelo, y le aparto el pelo de la cara.
Con una sonrisa en la cara me levanto, y me doy la vuelta, frotando un poco las manchas de sangre de mi chaqueta. Y ahí, quieta en mitad de la puerta, una vieja me mira con cara de estar viendo a Satanás.
Mierda.
Esto no estaba planeado.

lunes, 16 de enero de 2012

Ghoul

Soy un psicópata, soy el demonio. Me escondo en los rincones oscuros de mi propia habitación. Es mi manera de escabullirme, es una especie de maldición, escondido en un ataúd esperando a que llegue el apocalipsis. Es mi lugar para no mandar, no hablar, no correr, no ver, no preocuparme por nada. Es mi lobo, escondido en un ataúd. Me casaría con él. Es mi agua, es mi capucha negra. Me encanta el lobo.

Si esto es lo último que vas a oír, está bien que sea yo el que te lo diga.

Soy un psicópata, soy un idiota. Encontré un monstruo en mí cuando perdí la calma y la cuenta de las palabras que casi estaba vomitando. Vive dentro de mi, come lo que cae en su trampa. Se oculta entre estatuas de cera de mí mismo en una sala con las ventanas tintadas durante el día. Quiero pasar más tiempo con él. Creo que estoy perdiendo la cabeza. O quizá lo haya encontrado y lo estoy usando. Sin remordimientos, siempre ha sido él. Incluso cuando son mis manos las que rezuman sangre y mis ojos una especie de mezcla entre asco, compasión y venganza.

Si esto es lo último que voy a decir, ¿por qué debería decírtelo a ti?

Me asomo a la ventana. Miro hacia abajo. Estoy tan alto que me mataría de la caída. Miro hacia dentro.

"¿Que tal hace fuera, Lobo?"

"Siempre hace bueno en el infierno"