domingo, 29 de agosto de 2010

bite her tongue!

Esta vez paso de historias estúpidas con drama moral incluido, paso de figuritas simbólicas para que después llegue la gente preguntando: "¿A quién te refieres con...?". Esas cosas me ponen ligeramente enfermo. No porque me agobie la persona en si, sino porque si lo pongo en clave y medio oculto será porque no me gusta decirlo a las claras. Además, si le confías ese tipo de secretos a alguien luego siempre va a saber por dónde van los tiros. Y lo pero es como encima lo vayan largando por ahi.
Pues eso, no voy a buscar bonitos y melancólicos símbolos para describir tu sonrisa, esa que ya no me ilumina, ni a explicar el poco sentido que le veo a todo mediante una paloma solitaria buscando granitos de maíz en el círculo polar ártico. Y tampoco voy a hablar de pingüinos, ni del Titanic.
Sólo quiero actualizar brevemente para dejar un claro mensaje:
¿Ves a esa persona con la que podrías compartirlo todo, para siempre(actitud muy encomiable pero que luego no suele salir bien)? ¿Esa persona por la que sientes tanto a la vez que no podrías decir exactamente lo que sientes? ¿Esa que si por lo que sea, desaparece, sabes perfectamente que te marcará el resto de tu vida? Vamos, el amor de tu vida.
Pues bien, la próxima vez que te bese, muérdele la lengua.
Pero no en plan cariñoso, ni sadomasoquista. Un buen mordisco, como si estuvieras comiendo chorizo de ese que costaría partir hasta con una espada láser made in Star Wars. Si sangra, mejor.
La parte mala, probablemente te denunciará. La buena, jamás te olvidará. Muchas veces duele más el olvido que el odio. Y más si esperabas algo de esa persona.
De cualquier manera, yo no lo haría. Si te olvida o decide amarte para siempre, es su decisión. Pero como plan B, es el mejor que se me ha ocurrido.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Dreamoon

Anoche soñé que la luna se caía, y desaparecía para siempre. Todo se quedaba oscuro, y no era capaz de ver ni el color de mi propia sangre, solo escuchaba mi corazón palpitando cada vez más rápido. poco a poco me iba moviendo en la oscuridad, hasta que alcancé a ver un punto de luz a lo lejos. Agarrandome el pecho con las dos manos y medio renqueante me arrastré hasta allí lo más deprisa que pude.
Cada vez estaba más cerca, pero cada vez lo sentía mas lejos. En mi interior tenía la esperanza de que fuera la luna, mi luna, aquella que solía brillar en el cielo, aunque realmente sabía que era imposible que lo fuera. Poco más adelante descubrí que sólo era una mierda de farola, emitiendo una luz blanca y tiritante que me ponía los pelos de punta. Aún así, en mi sueño decidía llegar hasta ella.
Al llegar vi a otro tipo que se alejaba, cabizbajo. Yo me paraba a mirarle hasta que desaparecía en las sombras de la noche. Después, lentamente, me acercaba a la farola hasta rodear su frío cuerpo de acero con la mano. Luego me quedaba quieto, mirándola, pensando que en el fondo me gustaba estar así. 
Despues de un rato noté que las piernas me dolían, y me sentaba en el suelo. Ya no miraba la farola, solo lo que había dentro de su campo de luz titilante y cada vez mas siniestra y fría. Al poco rato me harté, busqué una piedra y con las pocas fuerzas que tenía se la lancé. Todo volvía a quedar en la más triste penumbra, convittiñendose casi en una pesadilla.
Entonces apareció un punto blanco en el cielo. El corazón me dio un brinco, y busque a tientas con los ojos desesperadamente algún rastro de mi luna. Pero solo era una estrella. Muy bonita, y brillante y blanca, pero nada más que una estrella. Pronto apareció otra un poco más lejos, y me entraron ganas de correr para verla un poco más de cerca. Y así una, y otra,  y otra más, hasta que el cielo estuvo lleno de ellas. Pero faltaba mi luna, brillando imponente en medio de la oscuridad. 
Entonces pensé que si lograba juntar muchas estrellas conseguiría ver algo parecido a la luna que antes tenía, y me puse a buscar más con todas mis ganas. Poco a poco fueron apareciendo, pero seguía sintiéndome solo y profundamente asqueroso. Con el estómago revuelto acabé por bajar mi vista al suelo y andar hacia adelante, sin mirar hacia dónde me dirigía.
Me desperté empapado en sudor y con el corazón latiendo tan rápido que parecía que me iba a estallar. Por un momento desee que lo hiciera. Me asomé a la ventana, buscando la luna. Allí estaba, mirándome sombría, con forma de uña como la que tiene cuando está menguando. Me dí la vuelta y volvía a mi cama, con la sensación de que todo había cambiado y deseando que mi corazón hubiera estallado de verdad.

martes, 10 de agosto de 2010

Italy

Quizás mañana encuentre el camino de vuelta a casa. Pero, ¿mientras tanto, que? Supongo que me limitaré a ver pasar la vida, las nubes que me gustan descomponerse en el cielo azul, desesperantemente azul y precioso, y arrancar la hierbe sin ninguna razón más que destrucción a capricho. "¡Pero es que llevo haciendo eso ya casi un año!" Pues a joderse, es lo que hay, ya mandé a la mierda cualquier otra opción.
Quizás mañana encuentre el camino de vuelta a casa. Mientras tanto, me voy a Italia.
Y mientras estoy en Italia, como no pienso escribir (con los museos vaticanos ya tengo demasiada información para mi pequeño y pobre cerebro) quiero dejar tres estúpidas ideas que me dan vueltas a la cabeza estos últimos días:
1. Estoy convencido de que el amor está sobrevalorado. Tener una persona con la que compartir tu vida a menudo se confunde con tener a una persona chupándote la vida hasta que no te quede nada más, llegando a un punto en el que no sabes quién coño eres fuera de tu "maravillosa" (o no) relación. Pero: ¿A dónde iríamos sin amor?
2. ¿Es mejor una mañana de arrepentimiento que una noche de soledad? Escuché la pregunta en una gran serie, y lleva rondándome varios días. Y es que cualquiera puede decirte que la soledad es una pésima compañera, te hace sentirte miserable y depresivo. Pero, ¿Tengo que arrepentirme de buscar alguna compañía que me haga olvidar lo triste y solo que me siento? Si realmente te sientes mal por ello, enhorabuena, tienes conciencia.
3. Me gustaría que de vez en cuando la gente respondiera con sinceridad. Estoy hablando con un amigo y cada palabra que me suelta es como un escupitajo embadurnado de mentiras y verdades a medias. Vete a la mierda, tío, si te he preguntado es por algo. Ya sé que no tiene nada que ver conmigo, pero si me intereso, y no me lo quieres contar, no me lo cuentes, pero por Dios [MAYÚS], no me mientas. La verdad es que un poco de sinceridad sería un cambio agradable.

Y nada más, esperando pasar unos días lejos de este sitio, os deseo lo mejor (aunque eso no sea decir nada). A mi vuelta os contaré si los desnudos del Vaticano son demasiado provocativos como para exibirlos en un lugar lleno de hombres del señor castos y puros.