lunes, 29 de noviembre de 2010

chng n thnks

Gracias, mamá. Gracias a todos mis amigos por las miles de veces que pasamos escondidos. Gracias a mi orgullo, por su manera de ahogarse solo y dejar paso a una estúpida e inmisericorde pasividad ante todo. Al mundo por el llanto desconsolado, por encerrarme en sí mismo. Gracias a la muerte, porque sin ella la vida sería una gilipollez, gracias a ti por tu manera de apuñalarme, de besarme, de hacerme enfermar. Gracias a mi vida, simplemente por ser, pero que por mí, te puedes ir cuando quieras. Otra vez, gracias a ti, por respirar y hacerme olvidar todo lo demás. Gracias a todo el mundo, gracias por nada. Gracias por el humo, el tráfico, y los lunes de madrugada. Gracias por las noches interminables esperándote aparecer tras el humo del cigarro y por la ceniza poniendo perdidos mis zapatos del domingo. Gracias a Dios, por supuesto. A Dios siempre hay que darle las gracias. Gracias al sol de mierda de agosto, ¿dónde coño te metes en noviembre? Gracias a todos, ha sido mas o menos divertido, hasta ahora. Gracias madre, pero no pude seguirte y me perdí por el camino a casa.

sábado, 27 de noviembre de 2010

'cause everybody knows i won't

Sentado aquí, en la oscuridad, espirando el aire como si fuera el humo de un tubo de escape rebosante de amor y benceno, y gastando la saliva de la forma más estúpida posible. ¿A quién no le gusta gritar mientras escupe a una pared tan sucia y vacía como su propio corazón?
Ahora mismo me gustaría huir, pero de nadie en particular. La mayoría me caen moderadamente bien. Tampoco mucho, lo justo como para tomarme la vida con calma y el café de por las mañanas con el amor de mi vida sin que ella lo sepa. También me gustaría beber absenta. Todo parece tan borroso y tan verde que dan ganas de morder el mundo.
Aunque el humo le enrojezca los ojos aun seguirían tan brillantes como las luces de Times Square en nochevieja. Y aunque el vodka le haga arrugar la lengua seguiría tan suave que me perdería entre sus pliegues y los restos de alcohol noche tras noche, hasta que la mañana me sorprendiera abrazado a su aliento.
No sé muy bien que hora es, pero diría que se me acaba el tiempo a una velocidad increíblemente lenta. Y dudo que pueda aguantar segundo tras segundo una anodina pasividad de estas que aplastan el alma. Pero no quedan mas huevos que esperar, como quién espera al bus o a que acabe la teleserie de la primera para que tu madre se levante de la siesta y te lleve a la piscina. No te imaginas lo que hecho de menos la piscina.
¿Y todo esto? ¿De donde sale? Pues o bien de una mente dormida y sobremedicada o bien de un tubo de escape metálico y sinestro que no hace mas que oscurecer la vista y ennegrecer los pulmones con benceno y amor.
Quizás quiera besarte antes de que anochezca.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Make some noise!

Grita. Levántate y grita, tan fuerte como tus pulmones te permitan, no te preocupes por la niebla que intente estrangularte. Grita y haz que se esfume. Mándala de vuelta a casa, a pudrirse en el cielo con las nubes. Y haz que llueva. Y, luego, grita bajo la lluvia, sintiendo como te salpica la lengua. Grita hasta que las gotitas resbalen por tu tráquea, reseca de tanto gritar.
Grita, hasta reventarte los oídos, hasta desgarrarte la garganta. Grita, por la guerra, por la paz, por el mundo, por la luna, grita por todo lo que se te pasa por la cabeza cuando despiertas y al abrir los ojos te encuentras con la mirada de él/ella. Grita por la muerte, por la sangre, por las nauseas, por las firmas en las paredes del baño. Grita por cada uno de los que dejaste. Por favor, grita, grita, cada vez que pienses que lo estas perdiendo, grita desde el fondo del estómago, siente como sube y acabas vomitándolo en una mezcla brutal, explosiva, más estrepitosa que la risa de Dios y mas llameante que la vitrocerámica de la cocina del infierno.
Grita como si el mañana fuera una secuela del ayer, como si la vida se acabara, como si la hierba fuese verde y las ortigas te hicieran sangrar las manos. Grita como si te estuvieras agarrando a las sábanas, tirando los cubiertos de encima de la mesa, los documentos del escritorio, sacando la vergüenza y arruinándolo todo. Grita, arruinémoslo todo. Grita como las olas, las plantas, las piedras, las ventanas, las gotas de sudor que ya te caen por la frente, las balas, los corazones, las murallas, las manos, los abrazos, las miradas profundas, las bocas cerradas, los labios resecos que buscan otros labios resecos, los corazones, las uñas pintadas... Grita como si fueras capaz de gritar.
Y corre.

lunes, 15 de noviembre de 2010

My name is you

¿Qué?
Ahogarse en un mar de sensaciones, despertar tumbado bajo el techo de mi habitación con una sonrisa estúpida en la boca, saltar de la cama, buscar gaviotas en pleno desierto y patos donde sea, vomitar cada noche después de las once, parpadear con miedo, miedo de perderlo todo en un microsegundo. Correr, gritar, morir, cambiar, tartamudear, romper tiras de papel, arrugar el entrecejo, torcer la boca, ganar hablando y perder siempre, buscar, sacar, olvidar, recordar, escribir... escribir mucho, o poco, da igual.
Escuchar que "probablemente te adoraría con tus manos alrededor de mi garganta", que "podrías ser la única a la que amaré toda la vida", negarlo siempre y luego aguantar el dolor de cabeza de la mañana siguiente soñando con la próxima vez, callar, callar callar, callar... Morderme la lengua, morderte la lengua, sudar, salir, acariciarte la nuca, no contemplar el cielo azul y estrellado porque con unos ojos como los tuyos ¿quién coño quiere mirar esa mierda? Escalar por tu espalda a lengüetazos cada noche, susurrar en tu oído lo que se me cruce por la cabeza aunque no tenga sentido, respirar, poco a poco, el olor que dejas en las sábanas cada vez que te despiertas, soñar despierto cosas mejores que las que se pueden soñar dormido.
Olvidar que quizás mañana exista, que puede que amanezca, que... yo me entiendo. Guardar en el cajón de la ropa de invierno tu vestido de noche para que siempre tengas que venir a buscar algo, robarte los pendientes y las miradas que no sabes a dónde dirigir, drenarte, un poco, lentamente, sin prisa, sin pausa, con lengua.
Conocerte un día, de un mes, de un año hace mucho tiempo, cuando el mundo se acabó, y que luego no te vayas nunca, al menos no del todo. Sentirte lejos cuando estás lejos y cerca el resto del tiempo, recrear nuestras conversaciones cambiando los papeles y decirte que siempre te odiare aunque sepa, sepamos, sepa todo el mundo que es mentira, y que jamás lo reconoceré. Reconocerte que era mentira sólo a ti, y beber de nuevo el brillo de esa sonrisa que pones con la mirada que me hace pensar que podría llegar a ser diferente. Permanecer despierto a base de termos de café...
¿Te parece poco?

viernes, 5 de noviembre de 2010

I like birds

Los pájaros. Ahí esta el secreto.
Salto por la ventana esperando encontrarte en el aire pero sólo me recoge el sorprendentemente blando asfalto, o eso es lo que me parece. Los médicos dicen que en un par de meses no me podré mover con normalidad. No me importa, no es algo que suela hacer. Tres semanas después, el contador de intentos de suicidio de mi historial clínico se multiplica, y cada semana cae uno nuevo. Pasan los meses, soy declarado suicida reincidente y un sello rojo sobre un papel con mis datos dice ''alto riesgo'', como si eso fuera algo malo. Me he fugado de tres centros diferentes, varias veces. Uno de ellos de "alta seguridad". Es sorprendente lo poco que hace falta hoy en día para que se exageren las cualidades de alguien o algo.
Descargas, cortes, pastillas y somnolencia, suelo, luces, coches, gas, sangre, huesos rotos, ojeras, insomnio, sobredosis, electricidad, aire, altura, ventanas, golpes, cristales, dientes... Nada es suficiente.
Ha pasado un año desde el primer salto. Ahora estoy embutido en una camisa de fuerza en la consulta de un psicólogo. He decidido no hablarle, porque no me gusta la colonia que usa. O por lo menos la cantidad. Él se desespera mirando por la ventana y tratando de aparentar calma. Me mira, y luego mira fuera. Yo sólo sonrío. Llevamos así dos horas.
Todo sucede con una velocidad inusitada, digna de un récord guinness. Me da la risa. Me retuerzo porque no puedo parar, y el psicólogo me mira espantado. No sabe que hacer, o que estoy haciendo yo. De repente, me callo y me levanto, y miro por la ventana. Ahí están los pájaros. Ella anda cerca. Entonces una piedra entra por la ventana, y me abre la cabeza. Otra cicatriz, la primera en la frente. Y el pobre loquero que ahora vive en la celda que hay al lado de la mía. Hablo con él en sueños y le explico la belleza del vuelo de los pájaros. Pero el no lo entiende, y se suicida una y otra vez. Es tan repetitivo que me recuerda a mi vida. Estoy harto de estar aquí. Cierro los ojos.
Abro los ojos. Estoy fuera. Llueve. Hay cristales rotos a mi alrededor, sangre tiñendo los charcos, los brazos de la camisa de fuerza cuelgan hasta el suelo. Es de noche, pero hay luces por todas partes. Estoy empapado. Y entonces pasa un pájaro blanco volando. La primera vez que le conté a mi abuela que soñaba con eso, me dijo que era el espíritu santo. ¿Qué coño de espíritu santo? Ahora llega ella, por fin, y me besa. Cierro los ojos. Se acabó. Sonrío.
Los pájaros.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

we don't need a future

[Un beso]
Segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años de incertidumbre y extraños presagios que de repente ¡PAF!, me abofetean la cara con tanta fuerza que incluso me cuesta mantenerme en pie. Las estrellas me bailan, la cabeza me da vueltas, mis ojos solo son capaces de ver los tuyos, y no podría gustarme más.
Se suceden neones apagados, ángeles caídos, litros y litros de café, y tantas otras cosas que apenas llego a comprender qué demonios hacen flotando por mi cabeza y por qué nada es lo mismo que antes.
Frases que podrían haber sido vomitadas por Kurt Cobain, caricias que podrían haber sido arrancadas de los labios de Scarlett Johansson, versos que podrían haber sido robados a la pluma de Baudelaire, instantes de gloria que parecen sacados de la cuenta atrás del reloj nuclear del Apocalipsis... Pero no son ellos.
Eres tu, y soy yo. Lo mismo que nos jode nos hace increíbles, caóticos, impredecibles, los personajes perfectos para una película indie. Nos llena el paladar de sensaciones indescriptibles que jamás podrán convertirse en otra cosa, tenemos toda una vida juntos que no vivir y que hace de este momento aún mejor.
Estamos perdidos en un laberinto del que voy a tardar mucho en salir, y del que, salgamos como salgamos, no será juntos. Miénteme y acaríciame como si la puerta nunca fuera a abrirse.
Un futuro, una vida, un chalet adosado, dos coches en el garaje, un niño y una niña, un perro, un jardín con piscina comunitaria, cenas de nochebuena con mis padres una vez cada dos años... no lo quieres, no lo necesitamos.
Aquí.
Ahora.
[Beso]

and smile

Salgo por la puerta. Un pasillo, lleno de gente, sus voces me aturden, por la cabeza solo me pasan las palabras “insustancial” y “aglomeración”, y la imagen de dos dedos levantados en señal, creo, que de desaprobación. Tengo los ojos medio cerrados, la mente semi-vacía, el corazón palpitando a un ritmo extenuante y las suelas de las zapatillas desgastadas de andar puliendo el suelo. Golpes, empujones, risas, fragmentos de conversaciones triviales y estúpidas, chasquidos de dedos, respiraciones pesadas, melenas de pijas insoportables volando impulsadas por sus cuidadas y sobrehidratadas manos, chistes, miradas cruzadas, genios de la informática que apestan porque lavarse no se hace on-line, escaleras...
Escaleras que no veo por ir con la cabeza en las nubes y apunto estoy de caerme. Maravilloso. “Agárrate al pasamanos, subnormal” pienso, y espero no haberlo dicho en voz alta. Aunque nadie me habría oído con este agobio. Tengo que salir de aquí. Es horrible.
Calle, por fin. El sol, frío, pero el sol al fin y al cabo. Menos es nada. Corre el viento, llevo toda la mañana soñando con él. A ver si con suerte me lleva volando a otro sitio, a otro sitio lejos de aquí. Voy a decírselo a alguien. Alargo la mano y agarro el primer brazo que veo. Era una chica que se estaba echando hacia atrás el pelo. Me quedo trabado.
No, no creo que sea buena idea parar a alguien y decirle esa gilipollez. “Invéntate algo, corre, estúpido”.
...
-¿Quieres tomar un café, o una horchata, o algo?
-¿Una horchata?
-Si no tienes nada mejor que...
-Vale.- Me sonríe. Tiene una sonrisa preciosa.

Y así, chicos, es como conocí a vuestra madre.