martes, 14 de diciembre de 2010

a broken promise

Prometo no contarle al próximo agosto que te has ido. Prometo inhalar cada calada como si fuera tu aliento, como si te pudiera besar otra vez. Salir a la calle sin zapatillas y con la pena por sombrero, saludar a los desconocidos con un leve movimiento de cabeza y esperar a ver que hacen. Despertar al sol cada mañana gritando a pleno pulmón, joderme la garganta cada noche entre frío, tabaco, y alaridos de felicidad. Prometo fingir que todo va bien, no echarte de menos y seguir untando las galletas con mantequilla como cuando me despertaba y estabas durmiendo a mi lado.
Prometo no desaparecer, al menos no del todo. Prometo seguir espiándote por encima de las gafas de sol, respirar con cara de asco cada vez que recuerde que no estás y sonreír con cara de idiota cuando piense que vas a volver. Prometo no contar jamás lo que me dijiste una noche de diciembre mientras pasamos tres días escondidos bajo tu alfombra, ni dónde guardas las llaves del buzón. Prometo olvidarlo todo tan pronto como pueda, dentro de seis mil cartones de Chester.
Prometo salvar las mañanas que guardamos y asesinar aquellas noches que lloraste, lloré y nos dimos la espalda buscando nuevas miradas.
Prométeme no contarle al próximo agosto que te has ido.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Look at me, look at me.

Despeinado, fumo como si el cigarro fuera lo único que me mantuviera con vida mientras grabo cada detalle de su mirada en mi retina, por si no la vuelvo a ver. El humo recorre sus labios, su nariz, sus cejas, y mi mano acaricia su pelo buscando algo que sabe que no va a encontrar. Ella, cansada, me mira como queriendo decirme que soy un imbécil, que soy gilipollas, que la vida se me escapa y que el miedo me va a matar, pero sólo articula un "te quiero" acentuado con un "idiota" que no consigue sorprenderme. Yo sigo memorizándola, consciente de lo que piensa.
Al rato se levanta, me besa y se da la vuelta. Doy otra calada deprisa, para quitarme el sabor de su boca. No quiero recordar este beso como ese "último beso de despedida", no quiero que esto sea una despedida. Pero su pelo meciéndose mientras se aleja por el pasillo con el sonido de sus botas rebotando en las paredes y resonando en mi cabeza me dicen que lo es. Musito un "te amo" escondido en nubecillas de tabaco que no creo que haya oído, y miro a la pared. Tan blanca, tan limpia que no puedo por menos que golpear con rabia.
Me anegó el alma de sensaciones con su último "hasta mañana", y ahora tengo la sensación de haberme ahogado en cerveza, mareado, con ganas de vomitar y de morirme con tal de no seguir dando tumbos en el camino hacia el baño. Y mañana, la resaca dejará paso a la realidad, tal como es: como siempre. El mundo no ha cambiado un ápice en veinticuatro horas, pero yo no puedo evitar verlo como si tuviera los ojos vendados y una flecha clavada en el estómago.
Mi madre siempre dice que no hay mal que cien años dure. Que se meta la frase por el culo.
Si no dura, no era importante.
Y ahora, me acuerdo del sabor del último beso.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Hero? [Sarcastic Laugh]

Drógame, drógame, drógame, no lo necesito pero lo quiero y lo voy a conseguir, toma el dinero y yo lo guardo en un sucio y oxidado corazón. Trece metros de aquí a la pared, dale gas, mátalo, y nos arrastraremos hasta caer derrumbados con ella. Tu eres mi detonador.
Abrázame, abrázame, abrázame, no lo necesito pero lo quiero, y lo tomaré de tu corazón como tu lo tomas del mío, y lo guardaré en una bolsa, en una caja, enterrado bajo una equis en el suelo. Abrázame más, cállate y canta conmigo.
Corre delante de los de seguridad del centro comercial, de cada enemigo que nos hemos buscado, estamos en la puerta de su casa y es normal que lo hagan.
Úsame, destrózame, hazme sentir como la mierda más asquerosa de la ciudad de la mierda asquerosa, y yo te destrozaré los pulmones con un amor incondicional que quema la tráquea y ahoga el aliento y desgarra la garganta. Caliente, duro, patético, perfecto. Genial.
Róbame las ilusiones, hazme entender que son ilusiones y nada más, cámbiamelas por fuego de ese que eriza las venas y hace que la sangre hierva.
Fúmame, fúmame, fúmate mi aorta, siente los latidos de mis venas plastificadas, guárdate las disculpas y hazme explotar otra vez.
Jódeme, reviéntame, fóllame en el lavabo del baño más sucio que podamos encontrar. Lo quiero, soy un borracho, soy un adicto, soy un soñador profesional de pesadillas horribles de las que quitan el sueño pero encantan, soy la muerte de un tipo que está harto de llevar americana y zapatos y no sabe quién coño es cuando se levanta de la siesta. Soy un antihéroe, soy la marcha nupcial cuando la novia no llega, la segunda parte jamás rodada de Trainspotting. Soy Chinese Democracy, el novio que ninguna madre quisiera para su hija, la última calada caliente de un cigarro.
Sácame el corazón por la boca a lametones, desgárralo. Sabes que puedes, sabes que quieres, deja que el muro de ladrillos sea testigo de nuestro amor, si se le puede llamar así. Muérdeme, cómeme el cuello, la piel, la garganta, siente la sangre manando para ti, sólo para ti, sólo para nosotros.
Dame más, dame más, dame más, bésame, pínchame, róbame el aliento. Eres coca, eres LSD, eres mi jeringuilla, mi dosis de anfetas y red bull. Eres el aire contaminado del tubo de escape de un Chevrolet Camaro, la gota de absenta que colma el vaso, la vida, la muerte, los labios de Angelina Jolie. Eres el principio de Smoke on the water, eres Kurt Cobain, Courtney Love, el Dalai Lama, Confucio, el riff de Sweet Child o' mine, Jesucristo, el bigote de Freddie Mercury, Dios, Satanás Lennon y McCartney, la montaña que va a Mahoma, Jack Skellington, las bombillas fundidas del árbol de navidad. Eres Elvis, Buddy Holly, Ian Curtis, eres mía, eres mi dueña.
Y ahora mismo, aquí, de lado a lado de Orem, Utah, los niños pequeños levantan sus manitas sucias, como pequeñas dagas amenazando al cielo, mientras la ratas infestan el asfalto y las grietas de las aceras. Y nosotros, tirados en nuestro rincón y drogados hasta las cejas, le preguntamos a esa mancha en forma de ángel de luces de neón gritando y echando mierda por la boca: "¿por qué salvarnos?"
Guardaos las excusas y hacednos explotar otra vez.
Todos quieren salvar el mundo, pero nadie, nadie quiere morir. ¿Quieres probar?
¡Vamos! Yo te haré explotar.
Sin excusas ni penas, es la muerte o la victoria, roto y quemado, joven y cargado, tirado en el suelo como el casquillo de una bala dormida y pensando que ir al infierno sería mejor que el purgatorio. Rápame, amórdazame y abúrreme, deja que el mundo explote.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

tomorrow comes today

Él dio un paso, mientras se encendía un cigarro. Ella, de espaldas, trataba de alejarse. Él agarró su espalda con la mano izquierda y le pidió que se quedara, aunque no obtuvo respuesta. La noche era oscura, la luna les espiaba desde lo alto sin entender que pasaba. Era algo imposible de entender. Ella se dio la vuelta y sin mirarle a los ojos le dijo que le odiaba. Él le dijo que la amaba. El aire olía a gasolina y propano, y le susurraba insultos al oído. Y él los ignoraba. No sabía lo que quería, pero en este momento sabía lo que deseaba. A ella no parecía importarle. Así que él se dio la vuelta y se marcho, fumando y llorando lo mas silenciosamente posible, tanto que ni la luna lo vio.
Ella se acercó por detrás y le agarró por la espalda. Sin girarse, le dijo que la odiaba. Ella respondió que lo amaba, pero que la vida no sería suficiente. Él repitió lo que había dicho, girándose y mirándole a los ojos. Tiró el cigarro al suelo, que empezó a arder. Se comieron con la mirada las penas del otro. La luna estalló en llamas, y sus lágrimas y saliva se mezclaron.
Y se dieron el último beso mientras la luna ardía.

lunes, 29 de noviembre de 2010

chng n thnks

Gracias, mamá. Gracias a todos mis amigos por las miles de veces que pasamos escondidos. Gracias a mi orgullo, por su manera de ahogarse solo y dejar paso a una estúpida e inmisericorde pasividad ante todo. Al mundo por el llanto desconsolado, por encerrarme en sí mismo. Gracias a la muerte, porque sin ella la vida sería una gilipollez, gracias a ti por tu manera de apuñalarme, de besarme, de hacerme enfermar. Gracias a mi vida, simplemente por ser, pero que por mí, te puedes ir cuando quieras. Otra vez, gracias a ti, por respirar y hacerme olvidar todo lo demás. Gracias a todo el mundo, gracias por nada. Gracias por el humo, el tráfico, y los lunes de madrugada. Gracias por las noches interminables esperándote aparecer tras el humo del cigarro y por la ceniza poniendo perdidos mis zapatos del domingo. Gracias a Dios, por supuesto. A Dios siempre hay que darle las gracias. Gracias al sol de mierda de agosto, ¿dónde coño te metes en noviembre? Gracias a todos, ha sido mas o menos divertido, hasta ahora. Gracias madre, pero no pude seguirte y me perdí por el camino a casa.

sábado, 27 de noviembre de 2010

'cause everybody knows i won't

Sentado aquí, en la oscuridad, espirando el aire como si fuera el humo de un tubo de escape rebosante de amor y benceno, y gastando la saliva de la forma más estúpida posible. ¿A quién no le gusta gritar mientras escupe a una pared tan sucia y vacía como su propio corazón?
Ahora mismo me gustaría huir, pero de nadie en particular. La mayoría me caen moderadamente bien. Tampoco mucho, lo justo como para tomarme la vida con calma y el café de por las mañanas con el amor de mi vida sin que ella lo sepa. También me gustaría beber absenta. Todo parece tan borroso y tan verde que dan ganas de morder el mundo.
Aunque el humo le enrojezca los ojos aun seguirían tan brillantes como las luces de Times Square en nochevieja. Y aunque el vodka le haga arrugar la lengua seguiría tan suave que me perdería entre sus pliegues y los restos de alcohol noche tras noche, hasta que la mañana me sorprendiera abrazado a su aliento.
No sé muy bien que hora es, pero diría que se me acaba el tiempo a una velocidad increíblemente lenta. Y dudo que pueda aguantar segundo tras segundo una anodina pasividad de estas que aplastan el alma. Pero no quedan mas huevos que esperar, como quién espera al bus o a que acabe la teleserie de la primera para que tu madre se levante de la siesta y te lleve a la piscina. No te imaginas lo que hecho de menos la piscina.
¿Y todo esto? ¿De donde sale? Pues o bien de una mente dormida y sobremedicada o bien de un tubo de escape metálico y sinestro que no hace mas que oscurecer la vista y ennegrecer los pulmones con benceno y amor.
Quizás quiera besarte antes de que anochezca.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Make some noise!

Grita. Levántate y grita, tan fuerte como tus pulmones te permitan, no te preocupes por la niebla que intente estrangularte. Grita y haz que se esfume. Mándala de vuelta a casa, a pudrirse en el cielo con las nubes. Y haz que llueva. Y, luego, grita bajo la lluvia, sintiendo como te salpica la lengua. Grita hasta que las gotitas resbalen por tu tráquea, reseca de tanto gritar.
Grita, hasta reventarte los oídos, hasta desgarrarte la garganta. Grita, por la guerra, por la paz, por el mundo, por la luna, grita por todo lo que se te pasa por la cabeza cuando despiertas y al abrir los ojos te encuentras con la mirada de él/ella. Grita por la muerte, por la sangre, por las nauseas, por las firmas en las paredes del baño. Grita por cada uno de los que dejaste. Por favor, grita, grita, cada vez que pienses que lo estas perdiendo, grita desde el fondo del estómago, siente como sube y acabas vomitándolo en una mezcla brutal, explosiva, más estrepitosa que la risa de Dios y mas llameante que la vitrocerámica de la cocina del infierno.
Grita como si el mañana fuera una secuela del ayer, como si la vida se acabara, como si la hierba fuese verde y las ortigas te hicieran sangrar las manos. Grita como si te estuvieras agarrando a las sábanas, tirando los cubiertos de encima de la mesa, los documentos del escritorio, sacando la vergüenza y arruinándolo todo. Grita, arruinémoslo todo. Grita como las olas, las plantas, las piedras, las ventanas, las gotas de sudor que ya te caen por la frente, las balas, los corazones, las murallas, las manos, los abrazos, las miradas profundas, las bocas cerradas, los labios resecos que buscan otros labios resecos, los corazones, las uñas pintadas... Grita como si fueras capaz de gritar.
Y corre.

lunes, 15 de noviembre de 2010

My name is you

¿Qué?
Ahogarse en un mar de sensaciones, despertar tumbado bajo el techo de mi habitación con una sonrisa estúpida en la boca, saltar de la cama, buscar gaviotas en pleno desierto y patos donde sea, vomitar cada noche después de las once, parpadear con miedo, miedo de perderlo todo en un microsegundo. Correr, gritar, morir, cambiar, tartamudear, romper tiras de papel, arrugar el entrecejo, torcer la boca, ganar hablando y perder siempre, buscar, sacar, olvidar, recordar, escribir... escribir mucho, o poco, da igual.
Escuchar que "probablemente te adoraría con tus manos alrededor de mi garganta", que "podrías ser la única a la que amaré toda la vida", negarlo siempre y luego aguantar el dolor de cabeza de la mañana siguiente soñando con la próxima vez, callar, callar callar, callar... Morderme la lengua, morderte la lengua, sudar, salir, acariciarte la nuca, no contemplar el cielo azul y estrellado porque con unos ojos como los tuyos ¿quién coño quiere mirar esa mierda? Escalar por tu espalda a lengüetazos cada noche, susurrar en tu oído lo que se me cruce por la cabeza aunque no tenga sentido, respirar, poco a poco, el olor que dejas en las sábanas cada vez que te despiertas, soñar despierto cosas mejores que las que se pueden soñar dormido.
Olvidar que quizás mañana exista, que puede que amanezca, que... yo me entiendo. Guardar en el cajón de la ropa de invierno tu vestido de noche para que siempre tengas que venir a buscar algo, robarte los pendientes y las miradas que no sabes a dónde dirigir, drenarte, un poco, lentamente, sin prisa, sin pausa, con lengua.
Conocerte un día, de un mes, de un año hace mucho tiempo, cuando el mundo se acabó, y que luego no te vayas nunca, al menos no del todo. Sentirte lejos cuando estás lejos y cerca el resto del tiempo, recrear nuestras conversaciones cambiando los papeles y decirte que siempre te odiare aunque sepa, sepamos, sepa todo el mundo que es mentira, y que jamás lo reconoceré. Reconocerte que era mentira sólo a ti, y beber de nuevo el brillo de esa sonrisa que pones con la mirada que me hace pensar que podría llegar a ser diferente. Permanecer despierto a base de termos de café...
¿Te parece poco?

viernes, 5 de noviembre de 2010

I like birds

Los pájaros. Ahí esta el secreto.
Salto por la ventana esperando encontrarte en el aire pero sólo me recoge el sorprendentemente blando asfalto, o eso es lo que me parece. Los médicos dicen que en un par de meses no me podré mover con normalidad. No me importa, no es algo que suela hacer. Tres semanas después, el contador de intentos de suicidio de mi historial clínico se multiplica, y cada semana cae uno nuevo. Pasan los meses, soy declarado suicida reincidente y un sello rojo sobre un papel con mis datos dice ''alto riesgo'', como si eso fuera algo malo. Me he fugado de tres centros diferentes, varias veces. Uno de ellos de "alta seguridad". Es sorprendente lo poco que hace falta hoy en día para que se exageren las cualidades de alguien o algo.
Descargas, cortes, pastillas y somnolencia, suelo, luces, coches, gas, sangre, huesos rotos, ojeras, insomnio, sobredosis, electricidad, aire, altura, ventanas, golpes, cristales, dientes... Nada es suficiente.
Ha pasado un año desde el primer salto. Ahora estoy embutido en una camisa de fuerza en la consulta de un psicólogo. He decidido no hablarle, porque no me gusta la colonia que usa. O por lo menos la cantidad. Él se desespera mirando por la ventana y tratando de aparentar calma. Me mira, y luego mira fuera. Yo sólo sonrío. Llevamos así dos horas.
Todo sucede con una velocidad inusitada, digna de un récord guinness. Me da la risa. Me retuerzo porque no puedo parar, y el psicólogo me mira espantado. No sabe que hacer, o que estoy haciendo yo. De repente, me callo y me levanto, y miro por la ventana. Ahí están los pájaros. Ella anda cerca. Entonces una piedra entra por la ventana, y me abre la cabeza. Otra cicatriz, la primera en la frente. Y el pobre loquero que ahora vive en la celda que hay al lado de la mía. Hablo con él en sueños y le explico la belleza del vuelo de los pájaros. Pero el no lo entiende, y se suicida una y otra vez. Es tan repetitivo que me recuerda a mi vida. Estoy harto de estar aquí. Cierro los ojos.
Abro los ojos. Estoy fuera. Llueve. Hay cristales rotos a mi alrededor, sangre tiñendo los charcos, los brazos de la camisa de fuerza cuelgan hasta el suelo. Es de noche, pero hay luces por todas partes. Estoy empapado. Y entonces pasa un pájaro blanco volando. La primera vez que le conté a mi abuela que soñaba con eso, me dijo que era el espíritu santo. ¿Qué coño de espíritu santo? Ahora llega ella, por fin, y me besa. Cierro los ojos. Se acabó. Sonrío.
Los pájaros.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

we don't need a future

[Un beso]
Segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años de incertidumbre y extraños presagios que de repente ¡PAF!, me abofetean la cara con tanta fuerza que incluso me cuesta mantenerme en pie. Las estrellas me bailan, la cabeza me da vueltas, mis ojos solo son capaces de ver los tuyos, y no podría gustarme más.
Se suceden neones apagados, ángeles caídos, litros y litros de café, y tantas otras cosas que apenas llego a comprender qué demonios hacen flotando por mi cabeza y por qué nada es lo mismo que antes.
Frases que podrían haber sido vomitadas por Kurt Cobain, caricias que podrían haber sido arrancadas de los labios de Scarlett Johansson, versos que podrían haber sido robados a la pluma de Baudelaire, instantes de gloria que parecen sacados de la cuenta atrás del reloj nuclear del Apocalipsis... Pero no son ellos.
Eres tu, y soy yo. Lo mismo que nos jode nos hace increíbles, caóticos, impredecibles, los personajes perfectos para una película indie. Nos llena el paladar de sensaciones indescriptibles que jamás podrán convertirse en otra cosa, tenemos toda una vida juntos que no vivir y que hace de este momento aún mejor.
Estamos perdidos en un laberinto del que voy a tardar mucho en salir, y del que, salgamos como salgamos, no será juntos. Miénteme y acaríciame como si la puerta nunca fuera a abrirse.
Un futuro, una vida, un chalet adosado, dos coches en el garaje, un niño y una niña, un perro, un jardín con piscina comunitaria, cenas de nochebuena con mis padres una vez cada dos años... no lo quieres, no lo necesitamos.
Aquí.
Ahora.
[Beso]

and smile

Salgo por la puerta. Un pasillo, lleno de gente, sus voces me aturden, por la cabeza solo me pasan las palabras “insustancial” y “aglomeración”, y la imagen de dos dedos levantados en señal, creo, que de desaprobación. Tengo los ojos medio cerrados, la mente semi-vacía, el corazón palpitando a un ritmo extenuante y las suelas de las zapatillas desgastadas de andar puliendo el suelo. Golpes, empujones, risas, fragmentos de conversaciones triviales y estúpidas, chasquidos de dedos, respiraciones pesadas, melenas de pijas insoportables volando impulsadas por sus cuidadas y sobrehidratadas manos, chistes, miradas cruzadas, genios de la informática que apestan porque lavarse no se hace on-line, escaleras...
Escaleras que no veo por ir con la cabeza en las nubes y apunto estoy de caerme. Maravilloso. “Agárrate al pasamanos, subnormal” pienso, y espero no haberlo dicho en voz alta. Aunque nadie me habría oído con este agobio. Tengo que salir de aquí. Es horrible.
Calle, por fin. El sol, frío, pero el sol al fin y al cabo. Menos es nada. Corre el viento, llevo toda la mañana soñando con él. A ver si con suerte me lleva volando a otro sitio, a otro sitio lejos de aquí. Voy a decírselo a alguien. Alargo la mano y agarro el primer brazo que veo. Era una chica que se estaba echando hacia atrás el pelo. Me quedo trabado.
No, no creo que sea buena idea parar a alguien y decirle esa gilipollez. “Invéntate algo, corre, estúpido”.
...
-¿Quieres tomar un café, o una horchata, o algo?
-¿Una horchata?
-Si no tienes nada mejor que...
-Vale.- Me sonríe. Tiene una sonrisa preciosa.

Y así, chicos, es como conocí a vuestra madre.

jueves, 7 de octubre de 2010

Tomorrow

Te amo, y la sangre me cae por la barbilla mientras lo digo. Donde acabas de poner tu puño pones tu boca para regalarme un beso. Mi lengua, que intenta olvidarse de ti, busca tu boca, para borrar a lametones todo lo que dijiste. Por mi parte, ya está todo ahogado en alcohol y humo. Tus manos en mi cuello me recuerdan el juego del ahorcado en el que siempre pierdo pero nunca quiero ganar. Te clavo la mirada como si de verdad hiciera daño pero sin querer se me escapa un esbozo de cariño. Nuestros pies se enzarzan furiosos dándose patadas y acariciándose a la vez. Te araño con todo lo que puedo porque pienso que si no lo hago te olvidarás de mi en cuanto salgas por la puerta. Y mientras me muerdes el labio, mientras me lo desgarras, no se si intentas matarme o sólo crear un recuerdo que nunca se te olvide. Me clavas la rodilla en el vientre mientras me sigues besando como si no hubiera mañana. Ojalá no lo hubiera. Y no lo habrá si no queremos.

Sabor a sangre fresca, no te vayas nunca para recordarme el daño que hace. O mejor, vete a tomar por saco mientras saboreo su cuello, y no se te ocurra volver.

Pero siempre hay mañana.

viernes, 1 de octubre de 2010

Hide the truth forever

Te beso el hombro, mientras duermes. Pienso en que quizás te quiero, pero no sé si decirlo. Son palabras, solo palabras que se lleva el viento. Mañana no recordarás que las dije y yo me preguntaré destrozado si no puse el énfasis suficiente en decírtelas, o si debería haberme callado y ceñirme a esas estúpideces que quedan que te cagas en las películas románticas. Porque las cosas que se piensan nunca quedan bien en voz alta.
¿Y que ha sido esto? Para tí, una noche perdida entre las sábanas de un payaso. Para mí, un sueño húmedo aderezado con náuseas matutinas de arrepentimiento. Recogerás tu olor y tu recuerdo, y yo te espiaré dormido mientras te escabulles. Y luego saldrás a la calle pensando sólo en lo lejos que tuviste que aparcar anoche porque en mi barrio es muy difícil encontrar un sitio cerca del portal. Y yo saldré mirando al cielo, cegándome por la luz y recordándote con una sonrisa y una pizca de odio porque pisaste mis gafas de sol cuando te conocí. Y ese será el único recuerdo que tengamos el uno del otro, nada más que una pincelada de lo que podría haber sido una relación amor-odio, difuminada en una noche llena de anécdotas que se nos olvidarán.
Estas historias no tienen un bonito desenlace. Simplemente, tienen un desenlace. Un desenlace que normalmente se pierde en el olvido. Y lo de las náuseas matutinas no es por ti, creeme. He visitado pocos cuerpos tan acogedores como el tuyo. Por no decir ninguno.
Odio esto, y no sabes lo mal que me siento. Pero es mi pequeño infierno privado aquí en la tierra. Eso de salir, conocer a una chica guapa, invitarla a una copa, y luego convencerla sin decir nada de que puedo ser más de lo que aparento. Después, perdernos el uno en el otro. Y después, preguntarme que demonios estoy haciendo con mi vida.
Ahora mismo estoy ardiendo, y quemando mis pulmones. Pero es que no sabes lo bien que sienta ese saborcillo en la lengua. Y el olor... Es como si estuviera haciendo una barbacoa. Y pensando en por qué hemos acabado así de juntos y desnudos. Sómos jóvenes, pasamos de ataduras y aguantar a alguien y no poder dormir con nadie más... eso es para idiotas. No aguantaríamos la presión.
Quizás si te dijera todo esto marcaría una diferencia entre todos los demás payasos de una noche de tu vida, y te pica la curiosidad por saber cómo podría ser como payaso a tiempo completo. Y ya sabes, toda esa mierda que implica: llegar a conocernos, aguantarnos, salir con los amigos del otro, comerse los celos y las ganas de responder a las insinuaciones... Pero por otra parte eres una chica muy agradable, y aunque las consecuencias sean horribles, creo que aguantaría el no poder dormir nunca con otra persona.
A pesar de todo lo que pudiera ser, nunca te lo diré en voz alta. En mi cabeza suena mejor. Quizás te quiero. Adiós, desconocida.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Use me, I don't need your sympathy. Take one.

-¿Me quieres?
Separa sus labios de los tuyos para preguntártelo. La miras a los ojos, y la respuesta cruza rápidamente por tu cabeza. Pero no, no puedes decir eso. No puedes porque todas esas sensaciones que hace un momento estaban electrizando tu piel se acabarían, se irían dejando su idílico perfume como única prueba de lo que ha pasado hoy aquí. El calor... Ese calor es indescriptible, y ¿cómo renunciar a él? Se siente demasiado bien. No sabes muy bien cómo llegó hasta tí y porqué demonios te pregunta eso si os conocisteis veinte minutos antes. Luego, diez de miradas hambrientas y cinco de charla sobre de qué conocéis a la novia o al novio poniendo la voz más sugerente que podéis. Después, le mordiste el labio y ella lamió tu lengua, lo que se convirtió en un ciclo que repetisteis varias en cada uno de los rincones y detrás de cada cortina que encontrasteis de camino a los baños. No fue un momento mágico, no es la cumbre del romanticismo. Es aquí y ahora. La estás usando, y ella a ti, sólo para olvidar la soledad durante una noche. Y ahora, te ha dejado desconcertado. Pero que no lo note. La miras a los ojos, como si estuvieras alargando la respuesta para darle más emoción cuando en realidad no sabes ni cómo contestar. Pero el calor es demasiado agradable. Dos idiotas solitarios que se refugian esta noche en los labios del otro. No, no la quieres . Pero no, no quieres que se acabe el momento, porque fuera hace un frío que te cagas. Entonces, ¿Que le dices? Pues lo mismo que le dice un hombre con dos penes a su sastre cuando le pregunta si carga hacia la izquierda o hacia la derecha:
-Si.
(Thanks, Lucky number Slevin)

domingo, 29 de agosto de 2010

bite her tongue!

Esta vez paso de historias estúpidas con drama moral incluido, paso de figuritas simbólicas para que después llegue la gente preguntando: "¿A quién te refieres con...?". Esas cosas me ponen ligeramente enfermo. No porque me agobie la persona en si, sino porque si lo pongo en clave y medio oculto será porque no me gusta decirlo a las claras. Además, si le confías ese tipo de secretos a alguien luego siempre va a saber por dónde van los tiros. Y lo pero es como encima lo vayan largando por ahi.
Pues eso, no voy a buscar bonitos y melancólicos símbolos para describir tu sonrisa, esa que ya no me ilumina, ni a explicar el poco sentido que le veo a todo mediante una paloma solitaria buscando granitos de maíz en el círculo polar ártico. Y tampoco voy a hablar de pingüinos, ni del Titanic.
Sólo quiero actualizar brevemente para dejar un claro mensaje:
¿Ves a esa persona con la que podrías compartirlo todo, para siempre(actitud muy encomiable pero que luego no suele salir bien)? ¿Esa persona por la que sientes tanto a la vez que no podrías decir exactamente lo que sientes? ¿Esa que si por lo que sea, desaparece, sabes perfectamente que te marcará el resto de tu vida? Vamos, el amor de tu vida.
Pues bien, la próxima vez que te bese, muérdele la lengua.
Pero no en plan cariñoso, ni sadomasoquista. Un buen mordisco, como si estuvieras comiendo chorizo de ese que costaría partir hasta con una espada láser made in Star Wars. Si sangra, mejor.
La parte mala, probablemente te denunciará. La buena, jamás te olvidará. Muchas veces duele más el olvido que el odio. Y más si esperabas algo de esa persona.
De cualquier manera, yo no lo haría. Si te olvida o decide amarte para siempre, es su decisión. Pero como plan B, es el mejor que se me ha ocurrido.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Dreamoon

Anoche soñé que la luna se caía, y desaparecía para siempre. Todo se quedaba oscuro, y no era capaz de ver ni el color de mi propia sangre, solo escuchaba mi corazón palpitando cada vez más rápido. poco a poco me iba moviendo en la oscuridad, hasta que alcancé a ver un punto de luz a lo lejos. Agarrandome el pecho con las dos manos y medio renqueante me arrastré hasta allí lo más deprisa que pude.
Cada vez estaba más cerca, pero cada vez lo sentía mas lejos. En mi interior tenía la esperanza de que fuera la luna, mi luna, aquella que solía brillar en el cielo, aunque realmente sabía que era imposible que lo fuera. Poco más adelante descubrí que sólo era una mierda de farola, emitiendo una luz blanca y tiritante que me ponía los pelos de punta. Aún así, en mi sueño decidía llegar hasta ella.
Al llegar vi a otro tipo que se alejaba, cabizbajo. Yo me paraba a mirarle hasta que desaparecía en las sombras de la noche. Después, lentamente, me acercaba a la farola hasta rodear su frío cuerpo de acero con la mano. Luego me quedaba quieto, mirándola, pensando que en el fondo me gustaba estar así. 
Despues de un rato noté que las piernas me dolían, y me sentaba en el suelo. Ya no miraba la farola, solo lo que había dentro de su campo de luz titilante y cada vez mas siniestra y fría. Al poco rato me harté, busqué una piedra y con las pocas fuerzas que tenía se la lancé. Todo volvía a quedar en la más triste penumbra, convittiñendose casi en una pesadilla.
Entonces apareció un punto blanco en el cielo. El corazón me dio un brinco, y busque a tientas con los ojos desesperadamente algún rastro de mi luna. Pero solo era una estrella. Muy bonita, y brillante y blanca, pero nada más que una estrella. Pronto apareció otra un poco más lejos, y me entraron ganas de correr para verla un poco más de cerca. Y así una, y otra,  y otra más, hasta que el cielo estuvo lleno de ellas. Pero faltaba mi luna, brillando imponente en medio de la oscuridad. 
Entonces pensé que si lograba juntar muchas estrellas conseguiría ver algo parecido a la luna que antes tenía, y me puse a buscar más con todas mis ganas. Poco a poco fueron apareciendo, pero seguía sintiéndome solo y profundamente asqueroso. Con el estómago revuelto acabé por bajar mi vista al suelo y andar hacia adelante, sin mirar hacia dónde me dirigía.
Me desperté empapado en sudor y con el corazón latiendo tan rápido que parecía que me iba a estallar. Por un momento desee que lo hiciera. Me asomé a la ventana, buscando la luna. Allí estaba, mirándome sombría, con forma de uña como la que tiene cuando está menguando. Me dí la vuelta y volvía a mi cama, con la sensación de que todo había cambiado y deseando que mi corazón hubiera estallado de verdad.

martes, 10 de agosto de 2010

Italy

Quizás mañana encuentre el camino de vuelta a casa. Pero, ¿mientras tanto, que? Supongo que me limitaré a ver pasar la vida, las nubes que me gustan descomponerse en el cielo azul, desesperantemente azul y precioso, y arrancar la hierbe sin ninguna razón más que destrucción a capricho. "¡Pero es que llevo haciendo eso ya casi un año!" Pues a joderse, es lo que hay, ya mandé a la mierda cualquier otra opción.
Quizás mañana encuentre el camino de vuelta a casa. Mientras tanto, me voy a Italia.
Y mientras estoy en Italia, como no pienso escribir (con los museos vaticanos ya tengo demasiada información para mi pequeño y pobre cerebro) quiero dejar tres estúpidas ideas que me dan vueltas a la cabeza estos últimos días:
1. Estoy convencido de que el amor está sobrevalorado. Tener una persona con la que compartir tu vida a menudo se confunde con tener a una persona chupándote la vida hasta que no te quede nada más, llegando a un punto en el que no sabes quién coño eres fuera de tu "maravillosa" (o no) relación. Pero: ¿A dónde iríamos sin amor?
2. ¿Es mejor una mañana de arrepentimiento que una noche de soledad? Escuché la pregunta en una gran serie, y lleva rondándome varios días. Y es que cualquiera puede decirte que la soledad es una pésima compañera, te hace sentirte miserable y depresivo. Pero, ¿Tengo que arrepentirme de buscar alguna compañía que me haga olvidar lo triste y solo que me siento? Si realmente te sientes mal por ello, enhorabuena, tienes conciencia.
3. Me gustaría que de vez en cuando la gente respondiera con sinceridad. Estoy hablando con un amigo y cada palabra que me suelta es como un escupitajo embadurnado de mentiras y verdades a medias. Vete a la mierda, tío, si te he preguntado es por algo. Ya sé que no tiene nada que ver conmigo, pero si me intereso, y no me lo quieres contar, no me lo cuentes, pero por Dios [MAYÚS], no me mientas. La verdad es que un poco de sinceridad sería un cambio agradable.

Y nada más, esperando pasar unos días lejos de este sitio, os deseo lo mejor (aunque eso no sea decir nada). A mi vuelta os contaré si los desnudos del Vaticano son demasiado provocativos como para exibirlos en un lugar lleno de hombres del señor castos y puros.

domingo, 25 de julio de 2010

Cualquier cosa

Siete y media de la mañana. Salgo de mi portal, mientras la luz aún está escondida. Me pongo la capucha, me abrocho y me pongo las gafas de sol, aunque no me hagan falta de momento. Me paro un segundo a respirar el aire de la madrugada, mientras una chica pasa con su mochila y una prisa exagerada delante de mí. Me quedo mirándola como un payaso, mirando la ligereza y velocidad con que se mueve. Sus zapatillas, unas Vans clásicas, como las mías. Viste sus pies con estilo, pero ella las luce mejor que yo.
Me pongo a andar en la misma dirección que ella, pero pronto la pierdo de vista cuando gira en la esquina. Quizás la vuelva a ver esta mañana, o alguna otra. Como decía mi abuela, cuando despunta la mañana, te puede traer cualquier cosa. Cualquier cosa. Siempre me hizo mucha gracia como enfatizaba ese detalle. Como si fuera la más importante del mundo enfatizar que la mañana te traerá algo, lo esperes o no. Y puede ser... pues eso, puede ser cualquier cosa. Quizás por eso llevaba tanta prisa la chica de las Vans, para encontrar lo que le iba a traer esta mañana. O quizás solo llegaba tarde a algún sitio.
Sigo andando por las calles semidesiertas, con un paso que después de ver a esa chica me parece más lento de lo que solía ser. Las comparaciones son odiosas. Voy dejando atrás farolas y papeleras, contenedores vacíos porque los camiones de la basura acaban de pasar. Lo sé tan seguro porque uno me ha despertado, y ahora no me puedo volver a dormir. Por eso salgo a dar una vuelta, no porque tenga un trabajo que me exija levantarme a estas horas.
Recorro enfrascado en mí mismo las calles del centro, sin prestar atención a nada de lo que me rodea. Hasta que, entre el movimiento de gente de mi generación que vuelve a casa tras una larga noche de borrachera, llama mi atención un tipo que está parado, en una callejuela, mirando la bombilla de una farola. Puede que se le haya enganchado algo arriba, pero lo más posible es que lleve mirándola un rato para ver cuando se apaga. La cara de borracho que lleva me hace suponer que cuando despierte, horas después, entre sus sábanas, no va a recordar nada de lo que ahora está haciendo. Pero yo no soy quién para juzgarle. A fin de cuentas, con la capucha y las gafas de sol parece que vengo de esnifar cocaína en cantidades a las que solo llega gente como Kate Moss.
Sigo mi camino a ninguna parte, bastante más desanimado que antes. No se porque, pero tengo ganas de volver a casa y despertar a mi madre. Efectos secundarios de levantarse temprano por culpa de un camión de la basura, supongo. Mi vista cae en cinco euros que alguien ha perdido en mitad de la calle. Me agacho con pesadez a recogerlos, sucios y arrugados como si hubieran salido de la nariz de alguien. Pero no dejan de ser cinco euros.
Entonces se me acerca una chica preciosa, rubia, que acaba de salir de un portal. Parece que acabe de estar bebiendo, o vomitando, o ambas cosas. Me llevo la mano al bolsillo, dispuesto a devolverle el dinero que supongo que me viene a pedir. Pero antes de que me de tiempo a hacerlo, cierra los ojos y me besa, un beso espontáneo, tierno y sobrecogedor, como nunca antes me habían dado. En cualquier caso muy raro. ¿Y que haces cuando una chica como esa te besa? Pues cierras los ojos, y le devuelves el beso. Y eso hago. Durante unos segundos, la noción de tiempo desaparece de mi mente, todo da vueltas y se torna difuso. Me gustaría hacer eterno este momento. Pero la gracia del momento está en que desaparece, si no, no sería un momento, y seria muy aburrido. Nada más separar nuestros labios se aleja, buscando otro idiota al que regalar un momento como ese, y dejando como único recuerdo el sabor a tabaco y alcohol. Aunque no pude verle los ojos, apostaría a que eran azules, pero no ese azul claro que da miedo. Más bien un azul profundo, como... como el mar, o yo que sé. A ese azul me refiero.
Me cuesta un momento volver en mí. Noto algo en el bolsillo, como una extraña sensación a la que me estoy acostumbrando, últimamente. El dinero me quema, me llama a gastarlo. Y, al fin y al cabo, no colecciono los billetes. Sin pensarlo demasiado, pongo rumbo al casino.
Mientras camino, por fin con un destino, pienso en la fugacidad de la vida, y en mi madre. ¿Pero que c*ño me pasa hoy con mi madre? No tengo ni idea, pero en seguida otra cosa me saca de mis pensamientos. Una chica, con la alegría caribeña impresa en su cansado rostro, sale de una puerta con un montón de maletas. Baja la cuesta que la separa de la carretera, para subirse en un taxi del que sólo me llama la atención la figurita de Elvis que cuelga del retrovisor. Con ayuda del conductor, cargan los bultos en el maletero, menos un libro que ella lleva en la mano. Lleva cómo título "When the sun goes down", aunque no llego a leer el nombre del autor. Pero, ¿a quién le importa? sólo es una desconocida subiendo a un taxi, a la que probablemente nunca más veré. Más que nada, porque tiene toda la pinta de irse de viaje.
Aunque, quién sabe. Cuando despunta el alba, te puede traer cualquier cosa. Cualquier cosa.
Suena el reloj, de la iglesia que hay más adelante. Ocho menos cuarto de la mañana. Sigo mi camino hacia el casino que ya no queda lejos. El río transcurre lento a mi lado, como si le costara trabajo madrugar para arrastrar agua, y toda la mierda de más que lleva. No me extraña que le cueste.
Giro la esquina, y ya puedo ver el rótulo. Bajo él, dos tipos comentan cómo les ha ido la noche. El más alto, con barba, le promete al otro que le devolverá lo que le ha prestado, repitiendo las mismas palabras una y otra vez. El otro, con la mirada cansada, parece más aburrido por oír lo mismo continuamente que preocupado por recuperar su dinero. La verdad es que esa escena tan patética me quitó todas las ganas de jugarme el dinero obtenido con el sudor de mi... bueno... De todas maneras, me tuve que agachar para cogerlo.
Sin rumbo una vez más, sigo el río hasta que llego a un puente. Pero odio los puentes, así que giro en dirección contraria sólo para evitarlo. La verdad es que no sé por que, pero les tengo una manía que no puedo ni verlos. Acelero el ritmo sin darme cuenta para alejarme de él, y adelanto a un chico que carga con una carpeta exageradamente grande. Debe de ser estudiante de arquitectura, o de bellas artes. O le gustan las cosas grandes.
Poco más adelante veo a otro con el mismo tipo de carpeta, con unas gafas de estas de pasta modernas y unos pantalones tan ceñidos que yo creo que, con la temperatura que hace en verano, a las dos de la tarde va a tener huevos fritos para comer. Nótese el doble sentido.
Lo más curioso es que seguramente los dos deben de ir al mismo sitio, pero no se conocen, y quizás nunca se conocerán. Es triste, en cierto modo. O no, porque a fin de cuentas nunca se van a parar a pensarlo.
Llego al final de la calle, donde me paro en seco. Ante mi, la entrada a un parque me contempla como si estuviera loco por hacer esoSaco una moneda y la tiro al aire. Mientras gira y cae, pienso que si sale cruz, me doy media vuelta y vuelvo al río. Me apetece tirar piedras a algo y que no se considere vandalismo. Y si sale cara... Me vuelvo a casa. Veo como gira una y otra vez, como a cámara lenta, antes de caer en mi mano. Miro el resultado como si esperara la aprobación de esa puñetera moneda de cincuenta céntimos. Me froto los ojos con la otra mano, antes de obedecer al implacable azar.
Me adentro en el parque, decidido a volver a casa. La verdad es que es mejor idea, empiezo a notar cansancio. Cuando llegue, seguramente dormiré hasta las doce, aunque me gustaría poder dormir eternamente, sin camiones de basura alrededor y eso.
Un chico pelirrojo sentado en el parque llama mi atención. No sé que hace, porque aún estoy muy lejos. Creo que sólo le he visto por el color de su pelo. Cuando me acerco más, veo que sólo mira el amanecer, como el cielo poco a poco se vuelve más y más claro, esperando que en cualquier el primer rayo del sol irrumpa en la mañana. En su mano tiene un papel y un boli, parece que ha estado escribiendo algo. Yo, personalmente odio escribir. Paso detrás de él, sin que me vea, y sin saber porque esbozo una tímida sonrisa.
Salgo del parque, sintiéndome ya cerca de casa. Elevo la vista al cielo, justo para ver como en el edificio de enfrente un chico se asoma. Se queda un segundo mirando al tendido, y luego vuelve dentro, dejando la cortina en su sitio. Repite la operación una y otra vez. Y luego el loco soy yo. Tengo la impresión de que no le gusta ni lo de fuera ni lo de dentro. O eso, o sólo quiere molestar a alguien que haya dentro, durmiendo. Maldito bastardo...
Tres calles más, y estaré en casa. Las recorro casi como un alma en pena, me duelen las piernas y los ojos se me cierran lentamente. Por fin me ha entrado sueño, casi no lo puedo creer. Sólo un cruce más para llegar a mi calle. Entonces me llaman desde detrás. Un tipo alto, y moreno se me acerca apresuradamente. Me resulta familiar, pero sinceramente no sé de que. Lleva pantalones de esos ceñidos, mis mismas zapatillas... Nada, sólo son recuerdos de la gente que he visto esta mañana.
-¿Tienes fuego?- Me dice con voz quebrada y somnolienta. Pongo la expresión mas triste que soy capaz de poner mientras le digo que no, que lo siento. En realidad me importa una mierda, pero es lo que dice todo el mundo. Suena un reloj a lo lejos. Ocho de la mañana. Sigo mi camino, en mi mundo, posando la vista en el paso de peatones que me falta por cruzar. Un paso, dos pasos, tres pasos, bajo el bordillo, cuatro pasos, cinco pasos... una luz me llama desde la izquierda. Giro la cabeza. Un destello me ciega, sólo reconozco a Elvis moviendo las caderas, colgando del retrovisor. Noto un dolor horrible en las rodillas, después en el resto del cuerpo. Siento que vuelo. Y como todo lo sube baja, el frío del asfalto me acoge con un rudo abrazo. Abro los ojos para mirar al cielo, a lo lejos. Despunta la mañana, y puede traer cualquier cosa. Cualquier cosa.

jueves, 15 de julio de 2010

Beautifully broken

¿Dónde te ves dentro de cinco años? Es la pregunta que me hicieron hace cinco años, mientras iba vestido con un traje, cosa que odio (no por nada, pero los trajes me quedan fatal), y estaba sentado en un imponente escritorio de madera frente a un jefe de recursos humanos que trataba de psicoanalizarme mediante preguntas de mierda que alguien le habrá dicho que sirven para eso. Recuerdo que pensé: Seguramente sin novia, una carrera estúpida que me gustaba y engrosando las filas del Inem. Pero, obviamente no dije eso. Me quedé como diez segundos mirándole fijamente y respirando con firmeza antes de contestarle: Bueno, si me cogen aquí y va bien, seguramente trabajando con ustedes. Y me cogieron. Duré dos meses, antes de hartarme de mi prepotente jefe y del idiota de mi compañero, todo el día contándome sus conquistas sexuales que por cierto, dudo mucho que consiguiera sin pagar.
Recuerdo que salí del despacho despues de la entrevista muy desanimado, con la sensación de que había salido a pedir de boca. Y me encontré con una amiga. Me estuvo preguntando que que carrera pensaba hacer al final del verano y esas cosas, y no sé que tontería le contesté que se estuvo riendo diez minutos seguidos. Debió ser muy graciosa, o ella debía ser muy tonta. Creo que ha mejorado en ese aspecto. Ahora, cinco años después, es mi mujer. Eso sí que no podía imaginarmelo.
Tampoco que tendría un hijo de casi un año, con el mismo nombre horrendo que su abuelo materno, que, a pesar de ser horrible, casi se le saltan las lágrimas cuando le dijimos que le bautízariamos como él. Debió de ser de pena al darse cuenta de la cantidad de collejas que le iban a caer en el patio del colegio por tener un nombre que rimaba con "culo".
No pude imaginarme tampoco que me quedaría huérfano a los veintitrés y que aún así el estado me daría una ayuda por eso. Mucho menor que la del seguro de mis padres, pero aún así no me lo esperaba. Así pues, hace dos años me junté con muchísimo dinero para poder despilfarrar. Fue maravilloso. La parte mala es lo de ser huérfano y todo eso.
Lo que si que no podía imaginar es que, exactamente cinco años después, a la misma hora de la mñana iba a estar sangrando en el suelo de la calle después de caer desde un quinto piso. Tengo la cara hecha una mierda, eso sí, mi traje está impecable. ¿Y qué hago aquí? El marido de mi amante me acaba de tirar por la ventana después de encontrarme poniéndome la corbata en su dormitorio, mientras su maravillosa mujer (demasiado maravillosa para él) me miraba desde la cama diciéndome lo sexy que estaba vestido de traje. Puede que sea un mal tipo, pero viendo el color de los ojos de mi hijo sospecho que realmente lo sea, y empiezo a pensar que me cuando dije "si quiero" profundamente acojonado por el hecho de ser padre bastante más joven de lo previsto, lo hice sin ser responsable del bombo de mi mezquina esposa.
Pero, con la sangre que ya he perdido, todo eso me empieza a dar igual. Es increíble la poca importancia que tiene todo mientras notas como la vida se te escapa por una brecha demasiado grande en la cabeza, mientras intentas poner buena cara a pesar de tenerla deformada hasta un punto que ni te imaginas. Fijo que ahora la mujer que me mira con cara angustiada desde el quinto no opina que estoy muy sexy, como hace cinco minutos. Y eso que no me he cambiado de traje. O igual de verdad me quedaban bien, incluso ahora.
Eso sí que nunca podría haberlo imaginado, que mi último pensamiento fuera que igual los trajes no me quedan tan mal como creía.

martes, 29 de junio de 2010

Wish I could stay

Con el alma saltando de alegría y respirando suavemente, entre nubes de tabaco. Así duerme ella mientras yo, con el corazón sangrando y exhalando alquitrán la contemplo, sentado sobre la mesa del ordenador. Nada, ni siquiera un ruido perturba la calma de la noche en la que, tras años de buscarnos, nos hemos conocido. Mientras tanto, el viaje del que nunca volveré, me espera al otro lado de la puerta, mirando con deleite como me despido de su largo pelo ondulado, de como cae sobre sus hombros y el colchón de mi cama. Una nube oculta la luna detrás de la ventana, salpicada por miles de gotitas. Desde mi pared, un póster que reza A decent life se burla de mi, y soy el único que puede oír sus carcajadas. Toso, profundamente, como llevo meses haciendo. Pero esta vez lo reprimo. No quiero despertarla, prefiero seguir viéndola dormir. Si sus ojos estuvieran abiertos me pedirían que no me fuera nunca.
Hay ropa tirada en el suelo, y por las paredes marcas de arañazos, como si una bestia hubiera estado encerrada durante semanas sin comer. El suelo está empapado por las lágrimas de una vida buscándola, que, al final, hallaron su recompensa. Por desgracia, es una recompensa un poco amarga. ¿Qué puedo hacer si la vida es tan cruel que tiene esta clase de ironías? ¿Que puedo hacer si, irremediablemente, mañana va a amanecer?
Supongo que nada, que solamente podré quedarme aquí viendo como pasa el humo por delante de su cara, como sus labios se arquean de vez en cuando, como su sombra se recorta contra la pared. Estoy cansado, la verdad. Cansado de no poder hacer nada, de las lágrimas, los arañazos, esa manta negra de mi puerta, esa vida decente... todas esas cosas que sólo yo puedo ver. Y que amanezca, si tiene que amanecer.
La luna vuelve a brillar, fría y blanca, como siempre. Ilumina la habitación salpicándola de las sombras de la lluvia que moja la ventana. Y yo sigo sentado, sobre la mesa del ordenador, con los pies colgando como si me estuvieran ahorcando. Me rasco el pecho antes de intentar levantarme, pero mi cuerpo se niega a moverse. Nada, absolutamente ninguna parte de mi quiere irse, pero algo me llama fuera. Algo sombrío y extraño, más fuerte que yo. Poco a poco me dejo caer al suelo y doy un paso hacia la puerta. Aparto la ropa de una patada y borro con la imaginación el póster de la pared. Creo que ya está todo hecho. Apoyo la mano en el frío picaporte, y abro. Fuera, una manta negra me mira con cara de estarse divirtiendo. A mi no me hace ninguna gracia. LA miro a ella por última vez. Sigue respirando suavemente, mientras su alma salta de alegría. Las nubes de tabaco se disipan, y ella duerme. Si sus ojos estuvieran abiertos me pedirían que no me fuera nunca. Pero no lo están.
Salgo fuera, a encontrarme con esa maldita manta negra.

miércoles, 9 de junio de 2010

Princesa(s)

Bella, no eres consciente de lo preciosa que eres, de hasta que punto acertaron con tu nombre. No sé si es que ya se veía venir o simplemente fue un deseo que se cumplió con creces. Eres tan hermosa que eres la envidia de cualquier otra, eres el objeto de admiración de cualquier otro. Y creo que me puedo incluir en la tu lista de fans. Me encantaría incluirme en tu lista de hombres que fueron más que simples extraños en tu camino. Aún sin mediar palabra has conseguido llegar al alma de una bestia que lo único que puede hacer es contemplarte desde detrás de la cortina de humo de los millones de cigarros que tendré que fumar y las millones de cervezas que tendré que beber antes de atreverme a dirigirte la palabra.
Cenicienta, déjame que esta noche te lleve al baile, aunque apenas te conozca y no sepas mi nombre. Sólo acompáñame, quiero ser el pardillo que te persiga con un zapato de cristal en la mano. Y aunque no seas la princesa que aparentas, déjame romper en mil añicos el zapato y quedarme contigo, para siempre, aunque sea en una casa de madera. Y no huyas descalza, olvídate de que a las doce se rompe el hechizo, y despiértate conmigo mañana.
Ariel, no te alejes para siempre de mí sumergiéndote en un mar tan profundo que... que no se como llegar hasta a ti. Un mar que significa toda la vida que me va a tocar esperarte, sentado en la playa esperando a que suba la marea y me borre para siempre, como las huellas que dejamos en la orilla. Cada puesta de sol que pasa sólo me recuerda al brillo de tus ojos, y a ese momento en el que decidiste que un amor de playa no puede ser más que un amor de playa, y te alejaste de mi sumergiéndote en un mar tan profundo que... tan profundo que asusta.
Blancanieves, quisiera haberte pedido que no te fueras a dormir aún, pero no sabía que el mañana no existía, que sólo era esta noche, y nada más. No se dar esos besos mágicos que despiertan de sueños eternos, aunque me pasaría toda la vida intentándolo, acariciando tus labios rojos, como el sol de la tarde. Sólo se arrodillarme junto a ti y mirarte. Mil horas de sueño no serian suficientes como para contemplar toda tu belleza, y añorarte despierta, junto a mi.
Princesa, preciosa, gracias por dejarme llevarte al baile aunque después te alejaras de mí, poniendo todo el mar de por medio. Quisiera saber despertarte, y hacerte volver. Todas las otras princesas son maravillosas, sabes que todas esas princesas eres tú.

martes, 20 de abril de 2010

Paréntesis en mi larga lista de lamentos. Bueno, no:

No puedes contentar a todo el mundo.
Siempre, por más que lo intentes, va a haber cabos sueltos, mil cabos sueltos que, mecidos por el viento, te van a azotar la cara. ¿Quién puede evitarlo? Si alguien puede, no le da la gana hacerlo. ¿Por que hacerlo? Si puede hacer eso es porque tiene poder, y si lo tiene, ¿Que sentido tiene? Supongo que nada tiene sentido. Supongo que por más que te esfuerces en comprenderlo menos vas a entender. Ante todo razonamiento llegas a interrogantes, a puertas cerradas. Y al final, sencillamente, te hartas de llamar a las puertas esperando a que no te abran. Puedes buscar otra, si, pero sólo sera otro trozo de madera con un precioso picaporte dorado que tampoco se abrirá. Es lo maravilloso de la mente humana. Demasiado grande para conformarse con poco, demasiado poco para aspirar a lo grande. Irónico.
El ser humano es una obra maestra de la ironía. Por mas que tenga la mente más brillante de todos los seres sobre la tierra, ¿Que significa eso? ¿Que somos más listos que los chimpancés? Mi más sincera enhorabuena. Es como enorgullecerse de ser el más delgado del equipo de sumo nacional de Japón (¿en algún sitio más hay equipos de sumo? Pues menuda mierda.
Y, teóricamente somos más listos que los animales, y, aunque no quiero entrar en tan ampliamente debatido tema, sólo diré que yo no lo tengo tan claro. Y sólo lo digo porque el ser humano se encamina lentamente hacia la destrucción. Poco a poco hemos construido un mundo que somos incapaces de mantener, y esto no puede ser bueno. En fin, sólo nos queda brindar mientras contemplamos con los ojos cerrados como nos sumergimos en un mar de crudo, como nos perdemos para siempre en el olvido. Y todo para que dentro de millones de años otra especie autoproclamada inteligente encuentre nuestros restos sepultados bajo toneladas de escombros y petróleo seco y nos reconstruyan como ellos consideren, con todos los errores que conlleva. Sería muy irónico, ¿Verdad? Yo apostaría por ello.
Creo que nos estamos perdiendo. Creo que cada vez el término ''humano'' se aplica con demasiada ligereza a cualquiera, y si esto es la humanidad, yo prefiero ser un pingüino. Aunque tampoco me haría gracia ver como mis ''inteligentes'' vecinos están destruyendo mi ecosistema. Pero supongo que me preocuparía más ser devorado por una orca, así que...
En cualquier caso, ser humano da asco. Es una raza hipócrita y mentirosa, incapaz de vivir y dejar vivir. Claro, es normal. Es que eso es un rollo. Mola más destruir a alguien en el camino, y no lo digo en plan sarcástico. Sin conflicto nada tendría emoción. Y sin emoción todo sería demasiado aburrido. Porque un conflicto aporta algo muy importante, para conseguir esa emoción: un objetivo. Tienes que quedar por encima del otro, aplastarle, mirar desde las alturas como muerde el barro. Y cuando lo hagas, busca a otro más alto al que derribar. ¿Otra opción? Abúrrete en el salón de tu casa y escribe un blog o algo.
Personalmente, me gusta más intentar alegrar a la gente. Sé que el mundo es deprimente, sé que yo soy el primero en ser deprimente, y sé que con este blog de mierda no hago nada por evitar parecerlo. Pero siempre hay gestos que, en mayor o menor medida, pueden alegrar o estropearle el día a alguien. Gestos que a mi me da igual hacer, que no me causan molestia. Gestos que puedo convertir en mi objetivo, por ver a la chica mas guapa del mundo esbozar una minisonrisa aunque sea por un segundo. O a cualquier otro. Es egoísta, porque sólo lo hago por sentirme mejor. Pero mi objetivo egoista me parece francamente mejor que llegar a los cielos pisando las cabezas manchadas de barro de mis ''enemigos'' derrotados, compañeros de raza.
Sé que no puedo contentar a todo el mundo. Pero quiero intentarlo.

domingo, 18 de abril de 2010

inthenight.

Supongo que estás buscando un príncipe azul, como todas hacen siempre. Aunque no sea conscientemente. Alguien con quien envejecer, esa persona especial que te sorprenderá todos los días con algo nuevo. Ese tío guapo y listo con el que dar envidia a tus amigas y presentarlo a tus padres, para que se muestren orgullosos de su yerno, de su nuevo hijo. Un príncipe de cabellos suaves y porte elegante, que regale rosas y tenga un caballo... perdón, un coche de lujo. Un tío que haga los días maravillosos. Sería genial. ¿A qué mujer no le gustaría tener uno? ¿A que hombre no le gustaría ser uno?.
A mi me gustaría ser tu príncipe.
Pero no sé. Por favor, no me dejes ser tu príncipe. No soy una persona con la que envejecer, ni siquiera sé si quiero envejecer. Mola más morir joven, por lo menos a mí. No te voy a sorprender cada mañana, a menos que llames sorpresa a que te despierten con una voz melancólica ahogada por el agua de la ducha. Era un sueño precioso, lo reconozco, pero un sueño. Ponte en lo peor, en la pesadilla. Soy una pesadilla. Sería tu peor pesadilla. No soy listo, y si aún lo piensas ve tres líneas más atrás donde digo que quiero morir joven. Soy gilip*****. ¿No lo ves? No soy ese bellezón de anuncio con el que dar envidia a tus amigas. Lo único que podría darles son ganas de vomitar. Si fuera tu príncipe no podrías presentarme a tus padres. No soy el tipo de persona que gustan a los padres de la chica. no tengo caballo... perdón, coche, ni el pelo suave. Las flores se marchitan cuando las toco. Ni siquiera sé vivir de día. No me dejes ser tu príncipe.
Me gusta más vivir de noche. Una eterna sensación de cansancio, que hace que todo carezca de importancia. Una vida en la que el sol mire desde la ventana como duermo a mediodía. En la oscuridad puedes llegar a saber como son las cosas en realidad, con luz todos somos hipócritas y mentirosos. Prefiero mil veces la noche.
Prefiero arrastrarme hasta tu balcón con la única luz de la luna y raptarte, llevarte al fin del mundo, o a donde el día no nos encuentre. ¿Quién necesita ese maldito sol? Prefiero merodear el mundo contigo en brazos, sintiendo sólo el frío de la noche, y el aire que mezca mi enredado cabello. Prefiero recorrer la ciudad desierta en mi viejo coche, mientras tú duermes y tu familia, y tus amigas, y todo el mundo. Prefiero acariciar tu piel con las yemas de los dedos, suave y lentamente, para no despertarte. Recorrer tu cuello con los labios apartándote el pelo poco a poco. Besarte despacio, para que dure, para que parezca eterno. Prefiero eso, hacer tus noches perfectas eternas. Prefiero ser tu vampiro.
Déjame ser tu vampiro.

domingo, 21 de marzo de 2010

odd.

[...]Como digo, las cosas estaban poniéndose bastante raras
Cuando entré en aquel lugar lo último que pensé era que la encontraría ahí. Al abrir la puerta y escuchar el tintineo de la campanilla lo único que pude alcanzar a ver fueron sombras fugaces, que se movían entre la viciada humareda de humo de tabaco, y seguramente de otras cosas. Ya había estado en antros mal iluminados, pero desde luego, aquel se llevaba la palma. Entre la densa y nociva niebla y la pobre iluminación, sin lugar a dudas lo puedo catalogar en el top five de tugurios pestilentes que he tenido el escaso placer de visitar, quizá exceptuando aquel pub de Dublín, que, además del humo y la penumbra apestaba a podrido, como si nunca en la vida se les hubiese ocurrido ventilarlo.
Pero bueno, vuelvo al antro. Entre el barullo de los ''distinguidos'' se distinguía la torpe melodía de un pianista pobremente dotado de arte musicales, que aporreaba lo que pude identificar (a duras penas) como una pieza de Chopin. No soy crítico musical ni estoy muy puesto en esos ambientes, no me pidáis que identifique también el título.
En fin, para que seguir recreándome con el asco aquel de local, cuando ni siquiera importa lo que pasó allí. Así, para ser rápidos, pasé un par de horas completamente adormilado torpemente desparramado en la tosca mesa que Douglas y mi nuevo amigo francés (del que, por cierto, no recuerdo el nombre ni la cara) habían elegido. El único momento reseñable allí fue cuando me acerqué a la barra para pedir otra jarra de cerveza. Aparte del aliento del barman, gordo y desaliñado cómo él solo, mientras esperaba a que me sirviera la vi a ella en la mesa del fondo. Sentada graciosamente con las piernas cruzada fumaba de una manera tan sensual que cualquiera hubiera deseado ser el cigarro que sostenían esos tiernos labios, carnosos y perfectos.Lástima que mientras la miraba embobado se levantara y se largara, dejándome a solas con el desagradable señor que ya hacía un rato que me había puesto la cerveza y ahora gesticulaba de una manera muy graciosa que me hacía sospechar que el hombre, aparte de gordo, maloliente y feo debía tener también alguna tara mental. Volví a mi mesa maldiciendo por lo bajo a toda la parentela del barman, y también recordando a la bella mujer que acababa de irse, seguramente para siempre, de mi vista.
Cuando volví a la mesa Douglas y el maldito francés sin nombre hablaban de poleas o algo así. "Condenados ingenieros", pensé, "ya no hay sitio en el mundo para alguien de letras". Después de otro cuarto de hora allí desparramado, bebiendo de mi jarra a sorbos irregulares y haciendo el bobo con la cerveza en la boca, me levanté sin mediar palabra y me fui de allí. Aunque fue agradable salir de aquel maloliente tugurio en seguida el frío de la calle me hizo recordar que me había dejado el abrigo dentro. Pasé un buen rato decidiendo si debía entrar o no, pero para cuando había llegado a la conclusión de que lo más inteligente era entrar ya estaba a cuatro manzanas de aquel lugar. Podría haber vuelto, pero en ese momento recordé que antes me habían invitado a aun fiesta en casa de un conocido, y como la chica que me había dicho de ir me caía francamente bien, decidí pasarme. Andrea se llamaba. Era italiana, o por lo menos sus padres o algún familiar. La verdad es que no tengo idea de dónde demonios sacaba esa chica la rama italiana, pero debía de serlo.
[...]
Ya estaba hasta las narices de aguantar a la tal Andrea y a sus estúpidas amigas, así que me despedí lo más bordemente que pude y salí de la casa. En la puerta cogí un abrigo, que no era mío (un lector atento habrá notado que me lo había dejado en aquel bar super cutre) y salí otra vez a la calle. Entonces recordé que no tenía nada de tabaco, y volví dentro a pedir cigarrillos. Por desgracia Andrea me volvió a ver, y me pidió por enésima vez que le contara el maldito chiste de los tomates. Se lo "cambié" por cuatro cigarros y me volví a ir a la calle, ahora con tabaco para poder fumar el rato que tardara en llegar a dónde fuera a ir. Porque, la verdad, no tenía ni la más remota idea de dónde iba a ir. Pero bueno, el caso es que iba andando por la calle, absorto en mis pensamientos cuando recordé aquellos perfectos labios que antes había visto. En ese preciso me propuse que debía besarlos esa noche. No sabía como, pero debía hacerlo. Y, también sin saber como habia llegado a la puerta del O'Brien, mi pub favorito, dónde había empezado la noche. "esto es cosa del destino", pensé y empuje la puerta para entrar. Y maldito el momento en que lo hice, porque justo salía ella. Nosé cómo demonios lo hice, pero la chica en la que llevaba pensando medio camino, estaba saliendo de mi pub favorito en ese momento.era tan increíble queme quedé paralizado, sujetando la puerta, ajeno a todo lo que pasaba. Sólo vi su boca abriéndose para dedicarme un "Gracias", al tiempo que esos labios me sonreían con la sonrisa más bonita que jamás había visto.
Cuando volví en mí decidí dejar de hacer el idiota ahí parado, sujetando la puerta, y entré dentro. Pedí una cerveza, y entonces me maldije por no haber ido detrás de ella. Pero claro, hubiera quedado un poco psicópata, por lo que preferí no salir en ese momento. Así que me quedé allí dentro, sentado en la barra, con una pinta delante cada vez más vacía y una camarera (bastante guapa, por cierto) mirándome con lástima desde el otro lado de la barra. Estaría pensando que yo era un alma perdida, sólo, a las tres y media de la noche en un bar, ahogando mis penas en una pinta de cerveza barata, sin amigos y sin nadie a quien llamar para hacer un poco mas amena la triste escena.
Y, para qué engañarnos, la escena era tristísima, una de las más tristes que se pueden encontrar en un pub, pero la verdad es que por dentro saltaba de alegría en ese momento. No pensaba en la estúpida Andrea, ni en Douglas, su francés y sus puñeteras poleas. Ni siquiera en el plantón que David me había dado horas antes. Sólo en aquella sonrisa, endiabladamente seductora, que me tenía cautivado. Sólo con cerrar los ojos era capaz de verla, nítida, como en la puerta del O'Brian. Y eso hice, cerrar los ojos y apoyar la cabeza en la barra, húmeda de cerveza derramada y con olor a bayeta (seguramente amarilla, como la mayoría). Pero ni siquiera esa mierda de aroma me distraía de esa curvatura perfecta de unos labios perfectos, ese sutil "Gracias"... y me quedé dormido
Cuando desperté fue porque la camarera guapa que me miraba con lástima me estaba zarandeando con una mano en la espalda.
[...]
La noche no podía ser más rara y más brillante
[...]
Ya llevaba una hora y media vagando por la calle, el cielo empezaba a clarear y me dolía la cabeza una barbaridad. Y encima no había conseguido besarla, besar esos labios preciosos en los que no podía dejar de pensar. Ya empezaba a estar harto de los dichosos labios, pero cuanto más pensaba en ellos era peor, más ganas tenía de volver a ver a su increíble dueña. Pero eran las seis, y lo más seguro era que la chica estuviera en su casa durmiendo, como la gente normal, como debería estar haciendo yo. Me senté en medio de la calle, desolado por pensar eso. Metí la mano en el bolsillo del pantalón, y me acordé de que no me quedaban cigarrillos. Ahora si que estaba deprimido, tanto que me eché a llorar. No sé muy bien por que, pero creo que esa situación, por estúpida que pueda parecer, me desbordaba. Lo confieso, así era. La verdad es que es bastante triste, pero así me siento en muchas... en demasiadas ocasiones. Y mientras tanto el sol salía, mortecino y pálido, como cada mañana.

viernes, 12 de febrero de 2010

No valgo para esto, no valgo para nada

Hace mucho que escribí esto, y no me he atrevido nunca a publicarlo. No sé que a cambiado ahora, supongo que es una mezcla de emoción y falta de sueño, o falta de sueños. Siempre faltan sueños. Creo que ya no necesito dormir.
Estoy cansado de vivir a diez mil pulsaciones por segundo. A veces el latido de mi corazón no me deja escucharte, y me pone nervioso. Pum.pum.pum... no se ni como me llamo cuando estoy tirado en un colchón mirando las estrellas y recordando la luna, simplemente intento no pensar en la vena de mi cuello latiendo como si en cualquier momento fuera a explotar. A veces sueño que lo hace, poniéndolo todo perdido de un liquido negro y pringoso, parecido al petróleo, o al simbionte de spiderman. Siempre ha sido mi superhéroe favorito, por encima del pomposo y pretencioso de superman y del ''no soy mas oscuro porque no puedo'' batman. En fin...
Estoy cansado del eterno ''ella'' que me asedia en pesadillas. Sueño que vivo en el extraño mundo de Jack, saltando entre colinas que se curvan por el viento como haciéndole la ola a la una luna gigante y amarilla, viciada. Y no busques referencias en eso. Estoy cansado del eterno ''ella'' que me asalta en canciones antiguas de violines rasgados y viejas ''strat'', melodías de piano y acordes tristes y verdes. Estoy cansado de ese ''ella'' que un día soñé despierto y se convirtió en una pesadilla reconstruida con piezas de colores de lego, que pensé que podría suceder nadando entre enormes olas saladas de espuma y el tacto rugoso de la arena con la piel y la sangre.
Nunca llegué a estar cansado de vivir de noche, arropado por la luz blanca de la luna, como si fuera un pequeño sol personal que sólo me alumbraba a mi. Y ahora extraño el olor de sus lágrimas y el sabor de su pelo, blanco y brillante como plata. Y ahora, de repente, ya no puedo pensar porque el latido de mi corazón no me deja escuchar la música del iTunes ni el maullido lastimero de los gatos que vagabundean por mi patio. Siento que la vena va a estallar. Supongo que me pongo nervioso cuando pienso que estas cerca.
Estoy cansado de la gente que me rodea de manera agobiante y que ni siquiera conozco. Me agobio cuando voy solo por el centro y hay tanta gente que es imposible respirar una vez sin llevarte todas sus respiraciones, imposible moverte sin sentir el roce de sus pesados abrigos desgarrándote la piel. Es lo que tiene salir en manga corta. Y de repente, el frío trae un susurro familiar que me estremece, que me hace olvidar las cantidades ingentes de basura que estoy respirando y el petróleo que cae a borbotones por mis brazos . Y sólo escucho un continuo latido que acelera hasta convertirse en un único zumbido que taladra mis oídos y siento ganas de pelearme con toda la masa de sombras semi-inertes que me rodean, para apartarles. Supongo que me pongo nervioso cuando creo que estás cerca.
Estoy cansado de mirarte desde lejos, solo oteando el horizonte sabiendo que mientras tanto tu estás a otra cosa. Estoy cansado de no saber qué decir, estoy cansado de sentirme como un fantasma atado a un muro de fría y áspera piedra. Estoy cansado de utilizar ejemplos que sólo entiendo yo. Estoy cansado de no escuchar iTunes por culpa de mi pequeño y negro corazón.
Pero supongo que me pongo nervioso cuando sueño que estás cerca

viernes, 5 de febrero de 2010

*update.RweHMN

*Pero sin duda de lo que más me arrepiento es de las miles de respiraciones que me perdí, de la electricidad que irradiabamos, y que seguiremos irradiando. Del calor que nunca será sofocado, y que me (nos) está ahogando, agobiante, pesado, como una cadena atada al cuello que me lleva a acercarnos. Es lamentable pensar en ti como el respirar perfecto, ajeno, alejado para siempre de las miles de pulsaciones que un corazón débil pueda dar a lo largo de toda una vida. Me arrepiento de haber vuelto del océano sin nenúfares, con la escusa de que en los oceános no crecen nenúfares. Me arrepiento de hablar sin que nadie me entienda, sin que él me entienda, sin que tu me entiendas.
¿A quién podemos culpar? Yo prefiero pagar antes que estar buscando a algún desgraciado que pueda y quiera invitar.

Are We Human?

Es difícil explicar cómo te sientes cuando la cabeza te da vueltas y el corazón te late (siempre) a 105 pulsaciones por minuto. Es difícil vivir siempre en la línea imaginaria que separa un corazón medianamente sano de uno tendente al infarto. Pero eso es otra historia. Cómo decía, por su propia naturaleza ambigua y subjetiva, es difícil explicar los sentimientos. No algunos tan obvios como el amor, el odio, la tristeza, etc, cuando son muy muy claros, sino cuando son pequeñas sensaciones que tienes, y que sin darte cuenta afectan todo lo que haces, todo lo que dices, todo... de una manera palpable e innegable, que siempre nos apresuramos a negar.
Lo siento por la enrevesada explicación. Sólo quería liar más las cosas, antes de empezar a explicar porque esta noche es tan difícil explicar una extraña sensación que se ha instalado en mi interior y, sin ningún malestar te aprieta el estómago como si fuera una garra y casi puedes notar como, dolorido, comienza a sangrar y gotea poco a poco. Lo siento por ser tan gráfico.
Volviendo al tema, como si fuera una conversación normal ¿Cómo te sientes, anormal?
En parte frustrado, por todo lo que pasa a mi alrededor sin que pueda hacer nada por evitarlo. O más bien frustrado, porque todo lo que pasa a mi alrededor podría haber sido evitado si me hubiera movido, pero siempre estoy quieto. Quieto, completamente parado, sin hacer nada, sentado frente a la ventana viendo como pasa la vida, o la nada ante mi. Ante mi ventana solo hay una mierda de descampado en el que había gatos a los que había puesto nombres. Ahora se han ido los gatos, y sólo hay una mierda de descampado. Frustrante.
Agobiado, por el peso del pasado. Realmente, cuando haces algo, lo que sea, no eres consciente de las implicaciones que podría llegar a tener. Y cuando llegan las consecuencias, estás tan estúpido y embotado que no te das cuenta de que son consecuencias directas de lo que hiciste la semana anterior. El ser humano es y será eterna y constantemente estúpido.
Arrepentido, por las oportunidades que dejé pasar, por la vida que dejé atrás. Arrepentido por vivir deseando su vida, por morir deseando su muerte. Arrepentido por cada respiración que mis pulmones han exhalado a lo largo de una larga y tortuosa vida. Arrepentido de que esa larga y tortuosa vida no haya sido ni tan larga ni tan tortuosa, o más bien que sólo lo haya sido para mi. De que todo lo que digo cuando no estoy bien sea tan determinante como para que después tenga que arrepentirme
Arrepentido por vivir deseando la muerte, por morir deseando la vida.
Es difícil saber como te sientes, en general. El ser humano es muy estúpido, y no sabe darse cuenta de lo que pasa en su interior. Los seres humanos somos muy estúpidos. La verdad es que soy muy estúpido.

sábado, 23 de enero de 2010

I.h8.U

Mira, no sé ni por donde empezar. Así que sencillamente empezaré. Sin planificar las cosas salen mejor, mucho mejor. Aunque ya aviso que va a ser enfermizo.

Querid@ amig@:
Te odio. No se porqué, pero de verdad que te odio. No soporto mirarte más de una tarde, no soporto escucharte una mañana entera, prefiero morir antes de tener que pasar toda una semana contigo. Te odio.
Odio la manera despreocupada en que te mueves, como si nunca pasara nada, como si nada fuera contigo. Odio esa maldita manera de hablar que tranquiliza... me crispa los nervios. Odio tus ojos, o más que tus ojos, como los usas. Cómo miras cuando miras con las pestañas medio cerradas, pretendiendo ser a la vez tiern@, interesante, inteligente. Odio la manera sutil en la que respiras. Odio cuando eres tiern@, cuando eres interesante, cuando eres inteligente. Pero lo eres, capull@. Vaya si lo eres. Te odio.
Si supieras cuantas noches en vela me he pasado pensando en ti, en todo eso que e dicho antes y en todo lo que me falta por decir, de verdad que estarias impresionad@. Es que no te puedes hacer una idea de las horas que he pasado mirando fotos tuyas en internet, odiando cada expresión de tu cara, cada sonrisa, cada guiño, cada poro de tu cuerpo... cada píxel de cada imagen.
Si pudiera comprar un barco te metería dentro, lo soltaría por el océano y lo llamaría Titanic. Luego esperaría a que alguien hiciera una película, para ver como se hunde una y otra vez. Pero claro, hay más gente a parte de mí, hay más sitios aparte de este blog (Y ahora que lo digo, mejor haríais los que lo estáis leyendo en salir a jugar a los columpios o algo). Eres tan condenadamente encantador que (¡mierda!) el mundo se colapsaría si de repente no estuvieras. Te odio tanto que si pudiera comprar un barco me metería dentro, lo soltaría por el océano y lo llamaría Titanic. Y por favor, que no haya películas. Y todo para no volver a verte.
Te odio, y sí se porque. Por como eres, porque te envidio. Te envidio. Me pongo malo cada vez que oigo hablar de ti, porque te envidio. Quisiera ser tú, ojalá lo fuera. Es algo visceral, asqueroso, frustrante...
Envidio la manera despreocupada en que te mueves, como si nunca pasara nada, como si nada fuera contigo. Envidio esa maldita manera de hablar que tranquiliza... me crispa los nervios. Envidio tus ojos, o más que tus ojos, como los usas. Cómo miras cuando miras con las pestañas medio cerradas, pretendiendo ser a la vez tiern@, interesante, inteligente.Y especialmente envidio la manera sutil en la que respiras. Te envidio, porque eres tiern@, interesante, inteligente.
Te envidio porque cuando leas esto vas a pensar "no va por mí, porque yo no soy así" ( Y los que seguís leyendo, en serio, podéis iros) Te envidio por como eres con la gente, por como eres conmigo.
Te quiero, profundamente. Te quiero tanto que te mataría. Pero no lo voy a hacer, ya lo he dicho. Antes me mataría yo. Pero tampoco voy a matar a nadie.
Te quiero. No sé porque, pero de verdad que te quiero. Ojalá pudiera pasar toda la tarde mirándote, toda la mañana escuchándote... prefiero morir antes que pasar una semana sin ti. Te quiero.

Y me encanta la manera sutil en la que respiras.