martes, 22 de noviembre de 2011

A decent life


Sonríe. Que la resaca no se note. Ahora pasa la mano por la cabeza de tu hermana pequeña y hazla reír con alguna estupidez. No las que soltabas anoche, ella no es un público atiborrado de alcohol que fuma a la puerta de una discoteca. Mira a tu madre. Sí, ella lo sabe, pero no va a decir nada. Por eso te ha despertado a las diez, cuando no llevabas ni dos horas dormido, por tocar un poco los huevos. Es más su estilo. No pares de sonreír. En la foto tiene que parecer que eres una persona decente.
Ahora ya se ha puesto el sol. Esta noche eres un cazador. Eres un vampiro. Eres Dios. Sal a por todo, el cero no es una opción, el cero es una mierda. Bebe tanta sangre alcoholizada como puedas. No pares por un mareo. Es tu cuerpo, tu mandas. Nada de dormirse, nada de sentirse mal. Vomita y sal del baño. Esto es para lo que de verdad estás hecho. Mira a la de los labios rojos. Mira cómo te mira. ¿Lo ves? No, porque no te está mirando. Cambia eso.
Te despiertas. No tienes ni puta idea de dónde estás, pero la alarma de tu móvil no para de sonar. Sí, hoy tienes comida con tus tíos. Así que levanta el culo, y tira para casa. Y dale un beso en la mejilla a la de los labios descoloridos, no seas capullo. Hace mucho sol, ¿No? Cámbiate de ropa, nadie quiere saber a que huelen las sábanas de anoche. Y ahora corre, que ya llegas tarde. Escucha conversaciones que te dan absolutamente igual. Contesta amablemente, sabes que tienes que hacerlo. Y quieres hacerlo. ¿O te gustaría que tu propia familia te mandara a la mierda.
Vuelve a ser de noche. Fuera la camisa de tío respetable. Una camiseta, un poco de colonia y péinate a lo desaliñado-moderno. Eso es lo que toca ahora. Siéntete cansado en el ascensor. Pero ahora eso no es importante. Eres un cazador. Eres un vampiro. Eres Dios. Es sólo una doble vida.
Todos vivimos una.

lunes, 21 de noviembre de 2011

In love and death


Aquí el tiempo se hace eterno. Apenas llego a ver nada y me siento como si estuviera flotando en el agua, inerte, con toda la vida salpicándome la cara. No se cuanto tiempo llevo aquí así, sin hacer nada, excepto sonreír con cara de gilipollas. 
Lo único que alcanzo a vislumbrar es una silueta, poco definida, ambigua como una sombra de noche en medio del bosque. Tan insinuada como la mitad de tus frases, pero tan exacta como la otra mitad. Sé que eres tu. Tienes que ser tu.
No me muevo. Es como si estuviera esculpido en granito, como si tu estuvieras esculpida en mármol. Una ausencia que no podría ser más palpable. Una uña de distancia. Y no me muevo. No puedo. Y me está destrozando el corazón. 
Pero estás cerca, tanto como siempre y a la vez más que nunca. Difuminada como tu maquillaje, preciosa como cada noche. Me muero por tocarte
Y por besarte, a pesar de que estés muerta. A pesar de que esté muerto.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Unnatural disaster


No cierres los ojos. Mira allí. Era lógica pura. Nada ni nadie puede aguantar este ritmo de explosiones tan seguidas que no da tiempo a decir prácticamente nada entre una y otra. ¿No lo ves? El aire parece que se condensa, resulta casi imposible respirar. Nos ahogamos en la nuestro propio aliento. Es embriagador, a su manera. No, no, es embriagador de cualquier manera. Es como imaginarte la devastación absoluta, pero mucho más agotadora y placentera. Míralo dibujado, reflejado en mi retina. Yo en la tuya casi puedo ver toda la gama tonal. Mira, mira. Es el fin del mundo. No es como para perdérselo. 
Al fin y al cabo era de esperar. Delante de nuestros ojos, fuego tras fuego, golpe tras golpe, mirada tras mirada. Lo que siempre habíamos soñado, tan increíble y fuerte como si nos estuviera pasando de verdad. Y ahora ahí lo tienes, retumbando entre nosotros de una manera casi indescriptible, rebotando en todas las paredes del universo y haciendo brillar cada mota de polvo. 
No, no cierres los ojos. Míralo. El fin del mundo. Tan decadente y orgásmico como esperábamos que fuese, nos hubiera decepcionado si al final hubiese sido de otra manera. Tranquila. Sólo es el fin del mundo. 

Y todo ha pasado como siempre, debajo de tus sábanas. 

¿Tienes un cigarro?