domingo, 30 de diciembre de 2012

w.a.w.d.


Me dice que espera que me muera y ahora no puedo dejar de pensar en llevármela a la cama otra vez. Luego empieza a hablar mucho, como si fuera a desaparecer si se callara. No entiendo nada de lo que está diciendo, pero asiento igualemente.
Siento una necesidad repentina de decir algo para demostrar que no soy completamente idiota. Pero ella se me adelanta. Me dice que soy un completo idiota. Intento besarla, y no se aparta. Nos fundimos en un beso frío, sin manos, muy inapetente. De esos que te dejan la misma sensación que lamer un cenicero. No quita el mono, sólo te jode el sabor.
Baja la vista. La imito. Le digo cinco o seis palabras que no hablan de nosotros. No le gustan. Debí haberlas elegido mejor. Pensé que estas historias nunca acaban sin una buena explosión. 
Me levanto, sin decir nada más. Me pregunta que si me voy. Gasolina y un mechero, una bonita cortina de fuego para que se vaya a la mierda. 

Y así es cómo acabo siendo un espectro.
Nunca he sabido cómo hablar con una chica triste sin parecer un capullo.

2 comentarios:

  1. Las chicas tristes siempre han sido muy complicadas.

    ResponderEliminar
  2. Hablaba mucho, tenías que haber huido ahí.

    Cuánto tiempo, S.
    Me ha encantado volver a pasearme por aquí.

    ResponderEliminar