jueves, 18 de agosto de 2011

SuperSharp

Todas las alternativas que tienes se reducen a dos. Y en alguna parte dentro de tu cabeza hay una vocecita que no para de pensar por ti.
La vida es demasiado tiempo. Es como todo. Al principio te hace gracia, porque encuentras divertidas las más increíbles tonterías que haya, pero terminas cansado, lloras un poco, ríes mucho como en una noche de drogas y cuando te quieres dar cuenta te encuentras con que tienes cosas que merece la pena conservar. Tienes la cabeza en el suelo, los pies en el cielo y el resto del cuerpo en algún sitio raro y lleno de mierda que no sabes como ha llegado allí pero sientes que te encanta.
La vida es demasiado tiempo. La muerte demasiado fría.
Pero es el resto lo que pone la chispa que hace que todo arda. ¿No? Bebe y cállate, fuma, ríete cuando alguien se resbala y drógate mucho. No recuerdes nada que merezca la pena ser recordado. Y arde, arde como si fueras un puto cóktel molotov que vuela disparado hacia el parlamento, como si no quedara noche y el día no se fuera a despertar la mañana siguiente.
Y que se joda lo que sea que intente apagarte. La gente está hecha para saltar por los aires con música retumbando en el cerebro y alcohol vibrando en sus venas. La gente está hecha para aguantar la resaca, el mareo, la tos, el cáncer, las explosiones y el sonido de las balas, el olor a sangre, a bilis, a vómito de puro vodka y sobre todo, el sentimiento de culpa.
Todas las alternativas que tienes se reducen a dos:
Mátale.

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