miércoles, 1 de diciembre de 2010

tomorrow comes today

Él dio un paso, mientras se encendía un cigarro. Ella, de espaldas, trataba de alejarse. Él agarró su espalda con la mano izquierda y le pidió que se quedara, aunque no obtuvo respuesta. La noche era oscura, la luna les espiaba desde lo alto sin entender que pasaba. Era algo imposible de entender. Ella se dio la vuelta y sin mirarle a los ojos le dijo que le odiaba. Él le dijo que la amaba. El aire olía a gasolina y propano, y le susurraba insultos al oído. Y él los ignoraba. No sabía lo que quería, pero en este momento sabía lo que deseaba. A ella no parecía importarle. Así que él se dio la vuelta y se marcho, fumando y llorando lo mas silenciosamente posible, tanto que ni la luna lo vio.
Ella se acercó por detrás y le agarró por la espalda. Sin girarse, le dijo que la odiaba. Ella respondió que lo amaba, pero que la vida no sería suficiente. Él repitió lo que había dicho, girándose y mirándole a los ojos. Tiró el cigarro al suelo, que empezó a arder. Se comieron con la mirada las penas del otro. La luna estalló en llamas, y sus lágrimas y saliva se mezclaron.
Y se dieron el último beso mientras la luna ardía.

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