sábado, 28 de mayo de 2011

Dirty as fuck

No se si me sedujo más el verte o la idea de no volverte a ver, pero no sé como me dejaste atrapado.

Una colilla, treinta centilitros de placer y seis noches atado con esparadrapo a tu cama. Todas las cosas que guardé de una semana tan acojonante como el final de Sin City. Esperaba perderme en tus bragas cada vez que la noche lo sugiriera, y no tener que volver a salir por la ventana. Y luego todo se redujo a paquetes de tabaco, vómitos en las escaleras y jadeos en el ascensor, como si el quinto piso no fuera a llegar nunca y cada vecino tuviese el deseo secreto de asistir a una película porno en directo.
Nuestra relación se volvió tan emocionante como el primer polvo y tan triste como la última paja, reduciendo a escombros cada rincón que nos cruzaba y extinguiendo cada sombra que nos tapaba.
Pero a pesar de todo el sudor gastado y toda la espalda taladrada por tus uñas, nos dimos la vuelta mirando cada uno nuestro propio horizonte, con los labios hechos mierda y la mirada más triste que nunca antes tuve el placer de poner. Y yo que creía que siempre es para siempre.

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