sábado, 28 de mayo de 2011

Póker

Una escalera real y un "joder" lanzado al aire en un jadeo, la mano perfecta en la partida perfecta entre tu y yo. Reina y tres chorreando sudor y amor por cada poro de nuestras espaldas, miradas desafiantes que cortarían el acero y ganarían a cualquier full.
Dentro, fuera, arriba, abajo, sube la apuesta y nadie se queda atrás, cada mano mejor que la anterior, escalera guarra, más riesgo, más ruido, más uñas, más fuerte, más cartas, más lengua... más vida. Menos cerebro y más corazón arriesgándose a perderlo todo en un solo segundo. Y, por supuesto, tabaco y alcohol contemplando la jugada.
Mismo color, mismo valor y todos los empates que pueda imaginar me parecen poco para empatarlos contigo, contrincante perfecta, te arrancaría el cuello de un mordisco si puediera y a la vez te ahogaría entre naipes. Escalera de color carne y lencería fina para la ocasión. Rojo y negro no se distinguen tan fácilmente con las luces apagadas.
Cuestión de suerte, última jugada, tres cartas, sonrisa diabólica, otra carta, miradas viciosas que mezclan la lujuria y la ludopatía, carta, aguanto el farol, la miro a los ojos, muerdo mi sonrisa, subo la apuesta, la iguala, nos mordemos...

Póker.

Si es desnudos me da igual perder.

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