sábado, 28 de mayo de 2011

kiss my liver

Saca las fuerzas de dónde quieras, de dónde puedas, o no las saques. Si no las hay, no las hay. Entonces deja de pensar y hazlo. Busca la noche como si sólo vivieras para ella y ponle los cuernos con las mañanas de resaca, que aunque las odies, te encanta no acordarte de nada y sentir el dolor de cabeza de saber que estás vivo de nuevo. Y nunca, nunca, nunca pares de correr.
Duerme en el arcén, porque nada es más frío ni más triste que el arcén de una autopista. Y huye de la policía, porque es lo que hacen tus héroes favoritos, y todos admiramos a alguien a quién queremos parecernos.
Escribe todos los días, y luego quémalo. Lo único más satisfactorio que el trabajo bien hecho es el trabajo bien hecho que puedes permitirte destrozar y el olor a quemado que deja en la buhardilla. Fúmate al menos una cajetilla diaria, porque es una unidad de medida de tiempo extraordinaria.
Olvídate de hacer raíces cuadradas. Nunca nadie encontrará utilidad alguna en hacer una raíz cuadrada. Por lo menos en la vida normal, la de la gente, no en la de los pirados que ven números por todas partes, como en la serie de Numb3rs. Los números son una mierda, pero las fechas son importantes. Acuérdate al menos de tres, y tatúatelas en el en la nuca. Consérvalas pase lo que pase, y acuérdate de la razón. Ella, él, ella. Acuérdate.
Ciérrame los ojos y miénteme, engáñame como ya hiciste. Y, si no puedes, dime la verdad.
Y bésame el hígado.

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