sábado, 28 de mayo de 2011

Broken hearts parade

“Sonríe, gilipollas”
No puedo dormir y tu voz me despierta cada segundo, sólo para mirarme desde una esquina. El aire es raro, el eco es raro, los sonidos de la noche son raros, y, en cambio, yo me siento normal. Pero normal es demasiado bueno para mi. Siento el contacto frío de los pies en el suelo, mientras me levanto y me voy. Salgo por la puerta sin zapatillas, los pies contra el asfalto y las jeringuillas rotas de los anuncios de concienciación. Y es una sensación jodidamente maravillosa.
Un tipo que me mira, su perro me ladra, pero parecer un puto zombie sonámbulo te da derecho a andar como un imbécil descalzo por la calle en plena noche. Nadie se acerca a ti, das ese miedo que dan los locos que parecen inofensivos o los portales demasiado escondidos. No parece peligroso, pero quizás lo sea. La gente es tan precavida que aburre.
Paso por delante de casa, y se me cae una lágrima. Vacía, desierta, muerta. Sólo se ve la silueta de una mujer sentada en un sofá delante de la tele, pensando en comprar un aparato de gimnasia pasiva o un cuchillo cojonudo última generación que pela patatas y parte tomates solo, en lugar de hacer cualquier otra cosa.
Sigo andando. Al fin y al cabo no tengo nada mejor que hacer. Creo que tengo los ojos inyectados en sangre y voy rechinando los dientes. Mañana empiezo la terapia. Creo que esto no me conviene, ni a mi ni a nadie. Salto una verja de hierro y siento el dolor en los pies de caer desde dos metros y medio de altura. Pero que más da.
El aire, el eco, los sonidos de la noche... y yo. ¿Quién sabe lo que es raro o no? La vida es demasiado corta como para ser normal. Pero demasiado larga como para ser real.
Arrastro mis pies desnudos sobre la tierra y llego hasta allí. Y como cada noche, de cada día, de cada mes, de cada año desde hace siete, mastico, sonrío y vomito entre dientes las mismas palabras, dirigidas a tu lápida:
“Sonríe, gilipollas”

No hay comentarios:

Publicar un comentario